Los poderosos no deciden
Es verdad que el G-20 no pueden obligar a todos a hacer lo que ellos digan, pero representando a dos tercios de la población mundial y controlando el 75% de todo el comercio global, cualquier acuerdo al que llegaran acabaría forzando al resto.
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El primer ministre de l'Índia, Narendra Modi, durant la cimera del G-20 a Nova Delhi / ACN
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Rafael Vilasanjuan
Periodista
Mientras temblaba el suelo en Marrakech, los líderes de los países más poderosos del mundo se encontraban en Nueva Delhi. No estaban todos, de la nómina de 19 países mas la Unión Europea, que forman el G-20, se descolgó primero Vladimir Putin, poco después el líder chino Xi Jinping también anunció que se quedaba en casa. A pesar de ello el primer ministro de India, Narendra Modi, ha hecho todo para que no fallara la cumbre. Y ahí se han visto el resto. Todos los que estaban son representantes de países poderosos, bien por su capacidad financiera, bien porque tienen una población enorme o por su influencia en alguna región del planeta. Es verdad que el G-20, la reunión que celebran anualmente en uno de sus países no tiene ninguna capacidad normativa, no pueden obligar a todos a hacer lo que ellos digan, pero representando a dos tercios de la población mundial y controlando el 75% de todo el comercio global, cualquier acuerdo al que llegaran acabaría forzando al resto. Por eso son poderosos.
El problema, una vez más, es que no han llegado a ningún acuerdo. O, mejor dicho, a ninguno de los más candentes en la agenda global: la guerra, el clima o la desigualdad. Una cumbre más, que al final se liquida con un comunicado donde se menciona la guerra y se habla del sufrimiento de los ucranianos, pero sin apuntar a Rusia y su responsabilidad, ni avanzar en posibles salidas. Tampoco en el clima, donde ya es habitual emplazarse a la siguiente reunión para evitar acuerdos comprometidos que luego no vayan a cumplir. Solo en desigualdad han anunciado tímidas reformas en el Banco Mundial y en la financiación de la deuda. India sale reforzada con un nuevo proyecto de conexión global a imitación de la ruta de la seda china y el grupo incorpora como nuevo miembro a la Unión Africana. La próxima reunión será del G-21. Un grupo más inclusivo que ojalá fuera algo más decisivo en todo lo que afecta a la agenda global. Porque ahí si los poderosos no acuerdan, todo el mundo mira hacia otro lado.
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