Opinión | Descanso vacacional

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Derecho a desconectar

La desconexión laboral en vacaciones debe lograrse con la colaboración de todos los actores implicados

Una mujer mira su teléfono móvil mientras toma el sol en una playa.

Una mujer mira su teléfono móvil mientras toma el sol en una playa. / Manuel Bruque

Aunque la situación actual no es como en tiempos pasados, cuando la mayoría de los ciudadanos se iba de vacaciones en el mes de agosto y el país quedaba casi paralizado (excepto en zonas turísticas), a partir de este viernes y hasta el próximo martes muchos empezarán el ansiado descanso vacacional tras meses de trabajo. Pero la realidad demuestra que esas vacaciones no equivalen a una verdadera desconexión del mundo laboral, algo que el uso de las nuevas tecnologías ha contribuido a agravar (aún más, desde la pandemia de 2020).

Las estadísticas son claras. Según una encuesta del portal de empleo Infojobs, un mayoritario 60% de españoles responde llamadas o correos del trabajo durante sus vacaciones, una proporción muy elevada que contradice la necesidad de desconectar del entorno laboral. Esa falta de desconexión no se produce solo durante el periodo vacacional, sino que también sucede durante el resto del año (tal como expresa un 72% de empleados en el mismo estudio de opinión). 

Lo cierto es que la cultura laboral en España dificulta cambiar determinados hábitos. Los mismos trabajadores no solicitan a sus empresas que no les molesten durante sus vacaciones «por miedo al despido», pese a la existencia de protección legal para desconectar digitalmente: desde diciembre de 2018 está en vigor la ley de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales, cuyo artículo 88 prevé sanciones si los empleados son molestados fuera de su tiempo de trabajo. Además, la ley del teletrabajo de 2020 volvía a insistir en su redactado en la necesidad de separar el tiempo laboral del personal, incluso cuando el trabajo se desarrolle en el domicilio del empleado.

Tampoco se pueden obviar la consecuencias para la salud que conlleva la constante atención a nuestros dispositivos móviles (una media de seis horas diarias en España, según el informe 'Digital 2023: Global Overview Report'), sea por motivos personales o laborales: que nuestro cerebro esté ocupado por un alud de mensajes y de estímulos procedentes de las redes sociales afecta a la memoria a corto plazo, a la capacidad resolutiva y, por supuesto, a la atención, lo que provoca menos horas de sueño y de peor calidad, con los consiguientes efectos para la productividad laboral del trabajador.

Por tanto, se hace necesario fomentar una verdadera cultura de la desconexión digital: la legislación al respecto de poco sirve si, en la práctica, los trabajadores siguen recibiendo mensajes procedentes de su trabajo a cualquier hora, estén o no de vacaciones. Los empleados deben tener claro que la desconexión digital está reconocida legalmente y que pueden solicitarla a sus empresas, mientras que los responsables empresariales también deben ser conscientes de que saldrán ganando con la aplicación de la ley, si a la vuelta de las vacaciones encuentran a unos empleados más descansados y resolutivos.

Pero, sobre todo, ese derecho a desconectar laboralmente debe lograrse a partir de la sincera colaboración de todos los actores implicados en esta cuestión: empresas, trabajadores, inspectores de trabajo y jueces. Solo de esta manera se puede aspirar a lograr que las vacaciones que ahora comienzan para buena parte de los ciudadanos se conviertan en un descanso sin interrupciones.