La campaña militar (97)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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Una ofensiva no es una escaramuza

Carecen de sentido los juicios acelerados que, confundiendo las innumerables escaramuzas que caracterizan esta primera fase, pretenden sentenciar la victoria o derrota de unos u otros

Fuerzas ucranianas tratan de frenar con drones improvisados la ofensiva de Rusia en Donetsk

Fuerzas ucranianas tratan de frenar con drones improvisados la ofensiva de Rusia en Donetsk. / ANNA KUDRIATSEVA / REUTERS / VÍDEO: ATLAS

Las prisas no suelen ser buenas consejeras, y menos aún cuando se trata de valorar el alcance de una ofensiva como la que Ucrania ha desencadenado contra los invasores rusos. Por eso conviene, desde el principio, evitar la tentación de sacar conclusiones apresuradas sobre lo que está ocurriendo en el campo de batalla, tanto si favorecen a Kiev como a Moscú. Ni la captura puntual de unos soldados rusos ni la inutilización de media docena de carros de combate en manos ucranianas van a determinar el resultado de una guerra que, seguramente, se prolongará más allá de esta ofensiva.

Estamos asistiendo a la primera fase de una ofensiva general que no se va a resolver en una sola batalla. Una fase en la que lo que se busca, mediante acciones de reconocimiento armado en varios puntos del frente, es identificar dónde están los puntos débiles de la defensa. Para más adelante queda lanzar el o los ataques principales que tendrán un carácter distinto según que el objetivo sea buscar la máxima destrucción de las fuerzas enemigas- para impedir que puedan montar una posterior contraofensiva- o la mayor recuperación posible de territorio- incluyendo una penetración en profundidad que corte el corredor terrestre que hoy permite a Rusia alimentar a Crimea.

En consecuencia, carecen de sentido los juicios acelerados que, confundiendo las innumerables escaramuzas que caracterizan esta primera fase, pretenden sentenciar ya la victoria o derrota de unos u otros. Una confusión propiciada también por el error de Kiev al imponer durante la primera semana un silencio informativo que inmediatamente ha sido aprovechado por los propagandistas rusófilos para tratar de imponer una narrativa victoriosa muy alejada de la realidad. Porque lo que muestra la realidad es, en primer lugar, la imposibilidad de Rusia de pasar a la ofensiva, aferrada al terreno en tres líneas defensivas que todavía deben demostrar si bastan para neutralizar la embestida que a buen seguro se producirá en una segunda fase, protagonizada por una masa de miles de efectivos a bordo de carros de combate y vehículos blindados de infantería, bajo apoyo artillero y aéreo.

De momento, aunque los combates apenas implican a pequeñas unidades, lo relevante no es solo que hayan sido capaces de recuperar el control de algunas pequeñas localidades, sino que ya han obligado a las fuerzas rusas a movilizar algunas de las unidades de reserva que, en principio, parecían dedicadas a entrar en acción cuando los combates se registraran en la tercera y más solida de las líneas de defensa. Una mala noticia para Moscú, que vuelve a demostrar así sus deficiencias operativas, a pesar de su superioridad numérica y en piezas de artillería, y que visibiliza aún más las tensiones internas entre los mandos militares y los jefes de los grupos de mercenarios, con Wagner al frente. De todas formas, tampoco tiene sentido lanzar las campanas al vuelo, para quienes se alineen con Kiev, porque los avances realizados- unos 100km2 en un frente de unos 1.200km- no han supuesto, de ningún modo, el colapso de la defensa rusa y en algunos casos, como en la disputada Bajmut, dichos avances apenas suponen centenares de metros.

En definitiva, se tardará semanas en poder determinar hacia qué lado se inclina la balanza. Lo peor será que por el camino habrá reveses y errores que supondrán la pérdida de más vidas humanas. Pero no parece que algo así vaya a detener a Ucrania en su afán de recuperar la integridad territorial ni el de Rusia por impedirlo.

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