Ágora

Comunicación política en campaña (5): Barcelunya manda

Barcelona ha marcado la campaña municipal catalana, así como lo harán los acuerdos poselectorales

Urna electoral el día de las elecciones.

Urna electoral el día de las elecciones.

Albert Sagarra

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La celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 seguramente representa el mayor factor transformador de la ciudad de Barcelona desde el plan Cerdà, tan de moda siempre que tenemos elecciones. Más allá de que todas las fuerzas políticas se afanan en defender el acontecimiento histórico (a excepción de la CUP), otra lectura destacable es que ese fue el punto de inflexión por el que Catalunya se supeditó a su capital. El visionario artista Gato Pérez ya lo anticipó 10 años antes. Había nacido el concepto 'Barcelunya'.

Desde entonces, los avances hacia la región metropolitana han sido acompasados pero constantes. Ya sea por el empate técnico en la Ciudad Condal o por lo seductor de una batalla épica, lo que pasa en Barcelona no se queda en Barcelona. La influencia de la capital catalana en la esfera municipal, autonómica e incluso estatal es de gran relevancia. ¿Alguien cree que Pedro Sánchez puede aspirar a revalidar la presidencia sin controlar ninguna de las 10 principales ciudades del estado? ¿Esquerra y Junts se pueden permitir renunciar a Barcelona a cambio del dominio territorial? ¿Pueden los Comunes perder su principal baluarte? ¿Se imaginan el significado simbólico de Ciudadanos manteniendo un pie en el Ayuntamiento? ¿Puede el PP permitirse otro 'sorpasso' de Vox?

El 'cleavage' capital-comarcas o campo-ciudad está servido. Suena un réquiem de país en una Barcelona que hace semanas que tiñe todo el marco electoral. Aunque hay mucha gente a quién no le llega, también se celebran elecciones en Cambrils, Espolla o Manlleu. Los medios juegan su papel y la batalla de Barcelona se lleva todos los titulares. Por ejemplo, se dice que aun hoy tenemos un 30% de indecisos como si el contexto fuera el mismo en Horta que en Molins de Rei. No lo es. Se habla de participación baja, y aunque cierto es que nos encaminamos a un escenario más cercano a 2015 que el de 2019, no bajará igual en Badia del Vallés que en Sant Cugat.

Barcelona da el color

Veamos pues qué está pasando en Barcelona. El ruido es ensordecedor. Incluso a los consultores nos cuesta recordar la última encuesta publicada. Cuento más de 20 en los últimos seis meses. Una locura en la que pocas empresas saldrán bien en la foto. La inestabilidad lo impide. Todas dicen cosas diferentes con un mínimo común denominador: la igualdad está servida.

Los partidos ya se han lanzado a por el voto útil. A por el 30% de indecisos. Mejor dicho, de estos, solo el 7-8% que tiene opciones reales de voto. Los otros se quedarán en casa o irán a la playa. 70.000 votos en disputa hasta última hora. Estas elecciones se recordarán por ser las elecciones de la 'foto finish', por la boda roja poselectoral (ningún candidato perdedor puede sobrevivir), o las de la pinza en la nariz. Se vota más a la contra que nunca. Poca ilusión (baja participación) y no mucha innovación en comunicación política. Los típicos 'gingles' rumberos, los carteles de siempre y poco uso de nuevas herramientas como la inteligencia artificial. A pesar del empate, se ha asumido poco riesgo. Más innovación en Madrid o en Valencia que en Barcelona. El divertimento de lo nuevo, de la innovación electoral ha radicado en los municipios medianos. En los invisibles para los grandes grupos de comunicación.

Ganar lo perdido

Los que no sumen mayoría de concejales apelarán al viejo dicho de que quién gana debe gobernar, pero no tenemos un sistema político presidencial. No gobierna quien gana sino quien ostenta la mayoría. Todo se puede ganar y todo está por perder en la noche electoral. Un paso en falso, una mala negociación o la simple falta de perspectiva pueden echar a perder meses de duro trabajo. Tan importante es saber ganar las elecciones como saber tejer las alianzas para gobernar. Se termina la poesía y empieza la prosa. Los más experimentados hace semanas que se están moviendo y asegurando sus opciones de gobernar. Otros se empecinan en cargar mochilas e hipotecarse el futuro. Los ciudadanos se merecen saber qué intenciones tenemos para pactar, sí. Pero también debemos esperar a ver la geometría antes de jugárnoslo todo en la última mano de la partida. 

Pactos en Barcelunya

Ningún partido obtendrá la mayoría absoluta. Los pactos se hacen más relevantes que nunca. Lo que pase en Barcelona marcará la agenda política catalana hasta las próximas elecciones autonómicas, obviando incluso el pulso de las generales. Las dinámicas locales tienen su propia razón de ser, pero las directrices políticas se tendrán en cuenta. Lo que pase en Barcelona no se quedará en Barcelona. Diputaciones, Consejos comarcales y áreas metropolitanas a la espera de los pactos en la capital. Todo para que en la constitución de los ayuntamientos no repitamos escenas kafkianas como las de Badalona en 2019. Todo para la siguiente fase: gobernar. La escenificación de los acuerdos y los primeros 100 días marcarán el resultado… de 2027. La campaña empieza de nuevo el 29 de mayo. Siempre a examen. No lo olviden.

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