Opinión

First Republic y la amenaza de la desconfianza

EEUU interviene el First Republic Bank y lo vende a JP Morgan

Oficina bancaria del First Republic Bank en Manhattan, Nueva York.

Oficina bancaria del First Republic Bank en Manhattan, Nueva York. / AFP

Eduardo López Alonso

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'First Republic: It's a privilege to serve you'. De esa manera intentaba captar clientes este banco californiano de EEUU antes de darse a conocer la compra por parte del gigante JP Mogan para acotar la creciente y alarmante fuga de depósitos. Efectivamente son tiempos estos de reaprendizaje y los bancos de todo el mundo deben entender que es momento de satisfacer a los clientes por encima de todas las cosas y abandonar las soberbias del pasado, las heredadas del periodo de tipos negativos. 

Los clientes quieren dinero barato para sus préstamos y la retribución máxima posible para sus depósitos. En ese tira y afloja del mercado y los clientes, con la mediación de los bancos centrales que deben controlar la inflación, está el juego que los bancos deben reaprender. Esas entidades que son instrumento financiero basado en la confianza.

Reconocen los expertos que con la caída del valor de los activos a escala internacional (bonos, bolsa, valor inmobiliario, inversiones) las entidades financieras deben recapitalizarse y asumir pérdidas efectivas o potenciales. Si los clientes tienen miedo o desconfianza ante un banco relativamente pequeño retiran depósitos y abren la espita de un círculo pernicioso. Los bancos centrales y los bancos de mayor tamaño intervienen y cortan rápidamente la amenaza. 

En estos momentos se da por hecho que la intervención de JP Morgan bloquea el contagio. La amenaza regional no debe extenderse a escala mundial pero existe el riesgo de que restrinja el crédito y frene la recuperación económica. JP Morgan, el mayor banco de EEUU, se hará con el control de los depósitos de First Republic por un pago de 10.600 millones de dólares (9.663 millones de euros). La caída de First Republic es la segunda mayor quiebra bancaria de Estados Unidos, solo por detrás de la de Washington Mutual en 2008, y adelantando a la de Silicon Valley, en marzo de este año.

Los recursos puestos sobre la mesa por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos para dar estabilidad a la banca superan los 400.000 millones en dos semanas. Pero la consecuencia de todo ello es que la lucha contra la inflación puede no ser tan prioritaria y la subida de tipos de interés puede moderarse. Si los tipos de interés no suben más quizá sea posible que los clientes no saquen el dinero del banco para buscar rentabilidades mayores. La estabilidad financiera es ahora más importante que una inflación que puede combatirse con medidas paralelas de control de precios por parte del Gobierno y las empresas. Sería interesante que la independencia de los bancos centrales fuese aparejada a vías de comunicación más fluidas con el poder político y que las viejas recetas contra la crisis sean olvidadas en favor de nuevas formas de capear las incertidumbres. 

Como siempre han defendido los economistas más progresistas, el déficit es asumible, la deuda no siempre debe pagarse (axioma opuesto al dominante en la crisis del 2008 y ahora por los economistas neoliberales) y el poder de los bancos centrales generadores de dinero es más relevante ahora que nunca. Ahora se requieren nuevas recetas en un contexto de más inflación y crecimiento moderado. Los mayores requerimientos de solvencia bancaria son básicos. Quizá sea ese un camino a explorar y que se establezca una nueva Basilea IV en Europa y relaciones más transparentes entre bancos y clientes.