Colaboración público-privada

Sequía de ideas

La falta de agua la sufrimos porque no llueve, pero a veces parece que es peor que los gobiernos no quieran escuchar a los expertos, no querer debatir el fondo de cuestiones que se aportan desde el mundo empresarial y académico

Flamencos en una marisma desecada en Doñana

Flamencos en una marisma desecada en Doñana / Efe

Joan Roca Sagarra

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España está sufriendo una sequía sin precedentes, siendo Catalunya y Andalucía las principales comunidades autónomas afectadas. Ante esta crisis del agua, lo que no puede decirse es que nos haya cogido por sorpresa: se sabía que iba a llegar. Hace meses que se anunciaba, y hace años que desde los diferentes gobiernos y voces expertas llenan su agenda con Objetivos de Desarrollo Sostenible y fijan 2030 como una fecha objetivo.

Y en cambio, ante la primera situación extrema de una sequía más que anunciada, resulta que hemos llegado tarde. Resulta que, aunque los expertos anuncian problemas y proponen soluciones desde hace más de año y medio, se ha tenido que convocar con carácter urgente y extraordinario la Comisión de la Sequía por parte del ministerio. Es sorprendente que haya sido necesario reunir a la comisión con carácter urgente y extraordinario: hace meses que podrían haberlo previsto porque los expertos llevan más de un año advirtiéndolo. Y las medidas son igualmente urgentes y extraordinarias: un plan de ayudas a la agricultura y un debate sobre el coto de Doñana que se traslada al Parlamento Europeo.

Y en Catalunya, nos anuncian ahora que habrá que aplicar restricciones a partir de septiembre si no llueve antes de verano. De hecho, después de meses con fotos en primera plana de diario mostrando los pantanos vacíos, uno tiene la sensación de que el milagro hoy no sería que se llenaran antes de verano, sino que todavía salga agua cuando abrimos el grifo de casa.

El problema de la sequía ha puesto sobre la mesa el problema real que sufrimos ante la agenda 2030 de objetivos de desarrollo sostenible y los retos que debemos plantearnos cara al futuro: la sequía... ¡de ideas! Y no es que no las haya, sino que parece que no se quieran escuchar. La colaboración público-privada tan necesaria para la agenda de cambios sistémicos que debemos plantearnos para una sociedad digitalizada y más igual debe empezar por la compartición de ideas. El bien común debe ser gestionado desde los gobiernos, pero no podrán hacerlo sin contar con los expertos en todos los niveles y ámbitos donde actúen (académico, científico, empresarial o en el sector de los servicios): y a los expertos hay que escucharles porque podrán aportar ideas que atacarán la raíz del problema, más allá de poder ayudar a fijar las condiciones de los planes de ayudas y subvenciones.

Sin prejuicios

La colaboración entre el mundo privado y las administraciones no puede dejarse para la fase de ejecución de los programas o planes. Es necesario trabajar intensamente desde el primer momento, sin prejuicios ni ideología. Cuando se aprobaron los fondos europeos, los gobiernos abrieron unos procedimientos para escuchar ideas y posibles proyectos; las ideas y programas que puedan surgir desde el mundo privado deben ser recurrentemente escuchadas y buscadas, y no solo en momentos extraordinarios o ante situaciones que requieren soluciones urgentes. Lo contrario es provocar la sequía de ideas. Y las ideas hay que regarlas, promoverlas, escucharlas.

Hace más de un año que la sequía fue anunciada por expertos de las empresas gestoras del agua de consumo domiciliario, y se propusieron soluciones para ganar agua regenerada o promover la desalinización del agua en mayor volumen. No solo no se ha impulsado nada de lo que se ha propuesto, sino que la Comisión Europea ha anunciado la apertura de expedientes sancionadores a la Generalitat ante la falta de un plan de abastecimiento de agua: estaba previsto, se aportaron ideas, se fijaron agendas por parte de las diferentes administraciones... y no se ha hecho.

La falta de agua la sufrimos porque no llueve, pero a veces parece que es peor la sequía de ideas en las que se empeñan los gobiernos por no querer escuchar a los expertos, por no querer debatir el fondo de las ideas que se aportan desde el mundo empresarial y académico. La peor sequía en un país es cuando se produce en el terreno de las ideas; y la colaboración público-privada debe empezar por escucharse. No quererlo hacer y acusar de electoralismo a aquellos que, desde la experiencia y el conocimiento, quieren aportar elementos e ideas para un debate en favor del bien común es promover una sequía yerma y seca en el terreno de las ideas; y, sin ellas, las soluciones acaban por deshacerse como un pedazo de tierra seca y arenosa de pantano vacío.

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