Artículo de Emma Riverola

El ilustre, la sectaria y una Europa de ida y vuelta

Mas-Colell y Nogueras son dos caras de una misma moneda. Uno representa la solidez del virtuoso, el que da alas al orgullo colectivo. Otra, la tontuna insultante, el espécimen que dispara el desprecio al otro

Nogueras (Junts) aparta la bandera de España del atril en el Congreso

Nogueras (Junts) aparta la bandera de España del atril en el Congreso / J.J. GUILLÉN / EFE

Emma Riverola

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Un abismo intelectual media entre un personaje y otro, pero ambos fueron actores necesarios en la configuración de una conciencia colectiva independentista, en un anhelo sobrevenido y urgente. Él, desde la atalaya ilustrada. Ella, desde la bajeza del desprecio. 

El ‘exconseller’ Mas-Colell reconoció a Gemma Nierga (‘Café d’Idees’, TVE) que la palabra 'independencia' “ya no tiene mucho significado”. El que fue catedrático de Harvard y, actualmente, de la Pompeu Fabra, afirmó: “Sé que la independencia no es posible en el contexto europeo actual”. Qué lejano queda aquel artículo que publicó en ‘The Wall Street Journal’ en 2014, en el que afirmaba que, si el gobierno español no se abría a negociaciones, la “cuestión catalana” pasaría a ser un asunto de la UE.  

Aquellos días, Mas-Colell era ‘conseller’ de Economía del gobierno de Artur Mas. El ‘president’ insistía entonces en que una Catalunya independiente seguiría en la UE y afirmaba: “Los bancos se van a pelear por estar en Catalunya”. Más de 2.500 empresas catalanas, entre ellas los dos grandes bancos, se fueron para no volver.  

Durante los primeros años del ‘proces’, el compromiso de Mas-Colell y otros ilustrados con la independencia dotó al proyecto de cierta apariencia de credibilidad. Su bendición fue determinante para que el ideal que muchos guardaban en el cajón de los imposibles adquiriera visos de probabilidad. Alguien de tanta solvencia no podía equivocarse ni jugar con los sentimientos de tantos.  

Pero lo hicieron. Jugaron -e hicieron trampas- con los que compartían anhelo y con los que advertían de que la aventura no saldría bien. La misma frase que ahora esgrime Mas-Colell con tanto aplomo, era entonces recibida con escupitajos e insultos. Y aquí entra Miriam Nogueras y tantos como ella. La diputada lleva siete años cobrando del presupuesto español por lanzar lindezas como “el Estado español es un nido de corruptos analfabetos y fascistas” y hacer numeritos ridículos para llamar la atención. El último, en la sala de prensa del Congreso, alejando la bandera española y dejando la europea porque es “muy chula”.  

Mas-Colell y Nogueras son dos caras de una misma moneda. Uno representa la solidez del virtuoso, el que da alas al orgullo colectivo. Otra, la tontuna insultante, el espécimen que dispara el desprecio al otro.  Y ambos fueron imprescindibles -orgullo y desprecio-, como en cualquier movimiento nacionalista. El ilustrado ya se ha apeado, pero aún quedan los sectarios populistas, los que vetan y agravian. Siempre quedan esos.

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