La campaña militar (82) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Ucrania: llegan los blindados y los carros

Los Leopard2 polacos, los franceses AMX-10, los estadounidenses M-2 Bradley y los Marder alemanes permitirán a Ucrania aspirar a objetivos mayores

Soldados ucranianos posan en un tanque T-80 en una ubicación sin determinar, en el este de Ucrania

Soldados ucranianos posan en un tanque T-80 en una ubicación sin determinar, en el este de Ucrania / SAMEER AL-DOUMY / AFP

Jesús A. Núñez Villaverde

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Desde hace meses, la petición ucraniana –tanto por parte de su jefe militar, Valerii Zaluzhnyi, como del propio presidente, Volodímir Zelenski– se ha convertido en un reclamo constante en sus intervenciones públicas. Ambos sostienen que los blindados y los carros de combate son imprescindibles tanto para poder lanzar una ofensiva que permita derrotar definitivamente a los invasores, como para proteger mejor a sus propios combatientes ante los brutales ataques rusos. Y ahora, casi como por ensalmo, lo que hasta ayer parecía imposible se torna una realidad que puede tener una incidencia significativa en el futuro inmediato.

Denostados por algunos como antiguallas, aparentemente superados por la parafernalia de misiles y cohetes con capacidad para perforar cualquier blindaje, los carros de combate (con su óptima combinación de protección, movilidad y potencia de fuego) y los vehículos de combate de infantería (con menos blindaje y diseñados para acompañar a los carros en su avance, transportando a tropas que deben luego conquistar el terreno) siguen siendo hoy elementos centrales de cualquier ejército. Así lo entiende Zaluzhnyi, que lleva meses pidiendo 300 carros de combate, de 600 a 700 vehículos blindados de combate de infantería y 500 obuses o cañones. Sabe que, sin ellos como activos principales, cualquier ofensiva como la que previsiblemente prepara Kiev a corto plazo estaría abocada al fracaso.

Y es que, hoy como ayer, para romper una línea de defensa como la que Rusia lleva meses fortificando en los ‘oblast’ de Jersón, Zaporiyia, Lugansk y Donetsk, es preciso contar con el efecto combinado de una artillería (idealmente autopropulsada) que pueda “ablandar” los objetivos y acompañar a las unidades atacantes, para que luego, gracias también a los ingenieros que faciliten la progresión, la infantería (tropas y carros de combate combinados) puedan conquistar y consolidar esos avances. Eso es precisamente lo que ahora, una vez que Polonia ha dado el paso de anunciar la entrega de carros Leopard2 –abriendo aún más la puerta por la que ya en estas últimas semanas se adentraron otros países como Francia (con los blindados AMX-10), EEUU (M-2 Bradley) y Alemania (Marder)–, comienza a ser una realidad que le permitirá a Ucrania aspirar a objetivos mayores.

Por supuesto, todavía falta tiempo hasta que ese material llegue a manos ucranianas, hasta que sus tripulaciones sean instruidas y hasta que sus mandos sean capaces de emplearlos adecuadamente en un combate real. Pero lo más evidente ahora es que se ha vuelto a superar un umbral que los propios países occidentales se habían fijado, renunciando a entregar a Kiev armas muy sofisticadas y resolutivas, por el temor a que eso desencadenara una reacción desmedida por parte de Moscú, llevando la guerra a una escalada imparable que pudiera implicar el empleo de armas nucleares.

Actualmente se estima que Ucrania cuenta con unos 1.500 carros (de los que más de la mitad son en realidad material capturado a Rusia desde el pasado febrero en el campo de batalla), incluyendo unos muy rudimentarios T-64 (en torno a la mitad de todo su arsenal) y el resto T-72 y T-80. Un material, en todo caso, muy inferior en capacidad de combate a los de fabricación occidental que pronto podrá desplegar en el campo de batalla, sean los alemanes Leopard 2, los Challenger británicos o los estadounidenses M1 Abrams (incluso aunque sean sus versiones menos avanzadas). En ningún caso eso significa que Ucrania tenga la victoria en sus manos.

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