APUNTE

Leo Messi, el regalo del Barça al mundo

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Emilio Pérez de Rozas

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Nunca antes la coronación planetaria de un deportista provocó tanta felicidad y, sobre todo, puso tan de acuerdo a tantos y tantos millones de aficionados al deporte. Es evidente que ni siquiera para Leo Messi, la Copa del Mundo es un título cualquier, no. Es ‘el título’, pues él ya atesoraba antes otros 41 títulos, pero le faltaba el que le convertiría, para muchos, en el más grande futbolista de todos los tiempos, por eso, porque le faltaba el que tenía Diego Armando Maradona.

Y, ahora, que millones y millones de aficionados de todo el mundo, empezando por bastantes de los amigos de Didier Deschamps, seleccionador francés, que reconoció, en la rueda de prensa previa a la final, que conocía a un montón de franceses que querían que ganase Messi, han celebrado que ‘La Pulga’ esté ya sentado en el Olimpo de los dioses deportivos, muchos dicen que en el trono más grande, es cuando encuentro a faltar que alguien, ni siquiera pido que fuese un argentino ilustre, o el propio Leo, o su padre Jorge, o cualquiera de sus escribidores, lanzasen un “gracias, Barça” al aire o, en medio de tanta declaración y felicidad, de tanto festejo, de tanta algarabía, recordasen que todo esto, desde el primer título al nº 42, todo, fue posible gracias a que el Barça corrió con la cuenta.

Felicidad culé

Es seguro que, pegaditos, muy pegaditos, a los 46 millones de argentinos que se han lanzado a la calle, están millones y millones de culés, que han sentido la misma felicidad y celebrado con idéntica ilusión, aunque mayor moderación, claro, la conquista del título mundial por parte de aquel niño que, el 14 de diciembre del 2000, firmó, en una servilleta que le ofreció Charly Rexach, su primer contrato con el Barça.

Y, sí, ahí empezó todo, con Joan Gaspart a la cabeza. “Cuando me muera, todo el mundo recordará que fiché a Leo Messi”. Fue el Barça quien acunó a aquel niño. Fue el Barça quien pagó las inyecciones del crecimiento de aquel ‘pibe’ de 12 años, que, durante 22 años, ya solo iría, de vez en cuando, de vacaciones a Rosario, a Argentina, donde jamás lo quisieron, amaron y mimaron como en Barcelona, como en el Barça, como en Castelldefels, como en La Masia.

Colección de maestros

Aquel niño, que debutó un 7 de abril del 2001, con el infantil B azulgrana, ganando 0-3 en Amposta, marcando uno de los goles con el 9 a la espalda, se lesionó de gravedad a los siete días de debutar con el Barça, al romperse el peroné izquierdo, en un partido que el cadete B de Tito Vilanova ganó 5-1 frente al Tortosa.

Aquel niño que vivió, creció y aprendió en la marmita de La Masia, que tuvo como primeros maestros futbolísticos a Tito Vilanova y Xavier Llorens, que fue, posteriormente, acunado por Ronaldinho, Xavi, Busquets, Iniesta, Mascherano y tantos otros en sus años jóvenes y ya de adulto, aquel prodigio que fue perfecciona por Rijkaard, Guardiola, Tito, Luis Enrique y Valverde, ha sido, insisto, el regalo que el Barça le ha hecho al mundo del fútbol.

No es momento de hablar de si hemos sido lo suficientemente tontos (bobos, diría Leo) de perderlo. Es momento, sí, de que, en medio de la euforia mundial, alguien se acuerde de que ese ‘D10S’ también lo parió el Barça.

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