Mata Estado, salva Gobierno
Difícil defender la acción institucional del Gobierno de Sánchez, es imposible, salvo si uno es militante de Esquerra Republicana
Juan Soto Ivars
Escritor y periodista
Prietas las filas del oficialismo mediático, oigo palabras estereotipadas, desganadas, en las radios y tertulias amigas, y un silencio de calculadora en ciertas plumas de renombre habitualmente favorables al Gobierno. A ver qué dicen el lunes. A ver cómo justifican lo injustificable. Difícil defender la acción institucional del Gobierno de Sánchez, es imposible, salvo si uno es militante de Esquerra Republicana.
Primero pactó con quien había prometido no pactar, y como la aritmética parlamentaria es diabólica, se le pasó el pecado al presidente. Luego empezó a cambiar con sutileza el lenguaje para referirse a los delitos cometidos por sus socios. Ya no era tan grave como antes, ya no era un crimen contra la Constitución, ya no habían puesto en peligro la convivencia, sino que pasaba justo lo contrario: el delito estaba fuera de los carriles de la democracia, se había judicializado la política, se debía aspirar a restaurar la convivencia cambiando con manos tendidas no se sabe ante qué machetes, y como la situación había sido tan mala, con 2017 en la retina, pues qué remedio, todavía esto se le pasó al presidente. Después indultó a los presos independentistas por exigencia de esos partidos con los que había prometido no pactar. Lo hizo a cambio de oxígeno para su gobierno, no porque le pareciera justo, pero como la oposición estaba en modo Numancia pues qué remedio: aquí algunos favorables empezaron a criticar con la boca pequeña, otros callaron, y así se le acabó pasando también al presidente. Al fin y al cabo nos contaba el cuento de “volver a empezar”.
¿Y hemos empezado ya? Porque ahora ejecuta la desamortización del delito de sedición y pone la excusa de que lo armoniza con Europa, argumento tan falaz como el resto de sus palabras; y ultimada esa reforma, se lanza ahora contra la malversación, que hace una semana juraba que no tenía pensado tocar, y todo a gusto de ERC, a la medida del cinturón de Oriol Junqueras. Y mientras tanto mata los nervios del órgano de elección de los magistrados, y amputa estorbos, y coloca a exministros y amigos para puestos institucionales clave, y dinamita mecanismos de control del Estado contra las posibles veleidades autoritarias a base de decretazos y maniobras de salón. Y yo, sinceramente, me pregunto: ¿alguien le sigue pasando pecaditos a nuestro Ejecutivo? ¿Podrá sobrevivir el oficialismo mañana, ante esta apoteósica indigestión?
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