Artículo de Georgina Higueras

India pisa el acelerador

A medida que EEUU fuerza el desacoplamiento de China para frenar la dependencia del gigante asiático, Nueva Delhi se abre como el nuevo Eldorado de las inversiones y la deslocalización occidentales

El primer ministro de la India, Narendra Modi, en 2019

El primer ministro de la India, Narendra Modi, en 2019

Georgina Higueras

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Empeñado en encontrar una alternativa a China, Occidente recibe con alharacas los avances de India, que en 2022 ha superado a Reino Unido como quinta economía mundial y el próximo años adelantará a China como primer país en población, acercándose a los 1.500 millones de habitantes, en un planeta que en 2022 ha alcanzado los 8.000 millones.

No hay duda de que Nueva Delhi ha sabido aprovechar el hueco dejado por la política china de ‘Covid cero’ con un espectacular crecimiento del 8,7% en 2021 y, aunque Moody’s acaba de rebajar en siete décimas la previsión para este año, India crecerá el 7%, lo que la convierte en el motor global, mientras la recesión se ceba en los países más industrializados. Pisado el acelerador, Morgan Stanley asegura que en cinco años India habrá aventajado a Alemania y Japón para situarse como la tercera economía global

A medida que EEUU fuerza el desacoplamiento de China para frenar la dependencia del gigante asiático, India se abre como el nuevo Eldorado de las inversiones y la deslocalización occidentales. El pasado noviembre, la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, aseguró que India es un “socio indispensable” para diversificar las cadenas de suministro. Convencido del interés que despierta, el Gobierno indio ha emprendido importantes reformas fiscales y del mercado laboral para atraer a las multinacionales. Además, impulsa la transformación energética, la mejora de las infraestructuras y se digitaliza con rapidez.

India es la cuarta potencia agrícola, pero la industria está poco desarrollada y ofrece enormes posibilidades. Impulsado por sus avances en 'software', su sector más dinámico es el de servicios, que supone la mitad del PIB, aunque solo emplea al 32% de la población activa. Con la mayor población juvenil del mundo, India necesita desesperadamente fomentar el empleo. Según la OCDE, el 30% de los jóvenes son NEET (sin empleo, ni educación, ni formación), lo que es un grave factor de inestabilidad en uno de los países con mayor desigualdad. El 1% más rico posee el 53% de la riqueza nacional, mientras el 25% de la población se encuentra bajo el nivel de la pobreza

La mayor democracia del mundo, como le gusta llamarse, ha logrado de la mano de Narendra Modi eclipsar las cifras de la política china, empezando por el gobernante Bharatiya Janata Party (BJP), que ha quintuplicado sus filas desde que Modi ganó, por primera vez, las elecciones en mayo de 2014. El BJP, con su creciente política nacionalista hindú, cuenta con 180 millones de miembros frente a los 95 del Partido Comunista Chino.  

Al igual que Xi Jinping, Modi “se ha construido un extraordinario culto a la personalidad”, según el historiador indio Ramachandra Guha. Su deriva autoritaria, sin embargo, solo es duramente criticada en el interior del país. Occidente mira para otro lado, con tal de ganarse el favor de Nueva Delhi. Modi es un magnífico equilibrista que tira de distintas cuerdas, según la que más le convenga. Sabe que EEUU, China, la Unión Europea y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, entre otros, le bailan el agua y se deja querer para sacar el máximo provecho.

Como ha demostrado la guerra de Ucrania, India juega un papel fundamental en las reticencias del Sur Global a alinearse en la disputa hegemónica chino-estadounidense y busca alzarse en líder del nuevo Movimiento de No Alineados. India se abstuvo en la votación de condena de la invasión rusa en la Asamblea General de la ONU y en la votación para suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos, y no solo no apoya las sanciones diplomáticas y económicas decretadas contra Moscú, sino que le está comprando enormes cantidades de petróleo y gas.  

Defensora de la recuperación del poder central del Estado, India es miembro de asociaciones lideradas por Pekín como los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái, aunque no quiso sumarse a la Asociación Económica Integral Regional. De igual manera, se integra con EEUU, Australia y Japón en el Quad, un diálogo de seguridad estratégica fundado en 2007 y relanzado por Trump en 2017 para contener a China, y ha rechazado unirse al Marco Económico del Indo-Pacífico creado por Biden.

El potencial económico de India es enorme, pero, como Hungría, se ha convertido en una autocracia electoral, donde elementos de la mayoría hindú aplastan de forma escandalosa los derechos de los demás creyentes, en especial de los 210 millones de musulmanes del país. 

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