Artículo de Jordi Alberich

Un mejor mecenazgo

La historia reciente muestra como la mejor tributación ha favorecido un mayor mecenazgo, impulsando y consolidando iniciativas de interés general

El Museo de Escultura Contemporánea de la Fundación Vila Casas reivindica la figura de Josep Maria Subirachs,

El Museo de Escultura Contemporánea de la Fundación Vila Casas reivindica la figura de Josep Maria Subirachs,

Jordi Alberich

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Desde finales de los 80, cuando se empezó a hablar de mecenazgo como actividad reglada, se viene reclamando una legislación que favorezca dicha práctica, que llegó a España con retraso respecto a países de nuestro entorno. Ahora, estimulados por los resultados de la última reforma, nos hallamos nuevamente ante la conveniencia de reformular el modelo. Así, se pretende mejorar la fiscalidad en las donaciones y, a su vez, incorporar nuevas fórmulas de mecenazgo que han emergido a medida que evolucionaba el mundo social y cultural, principal beneficiario de las aportaciones. 

El mecenazgo se fundamenta en la capacidad del contribuyente para reorientar parte de su contribución tributaria, vía beneficios fiscales, a iniciativas de interés general que libremente prioriza. Por ello, las disputas políticas, más allá de posiciones de uno u otro partido, se dan en el seno de los gobiernos; entre Hacienda, que soporta el menor ingreso fiscal, y Asuntos Sociales o Cultura, que se benefician directamente de las aportaciones. En este contexto, siempre emergen dos grandes cuestiones: la disminución de los recursos públicos y las dudas acerca de la idoneidad de todas las entidades beneficiadas por las excepciones fiscales.

La historia reciente muestra como la mejor tributación ha favorecido un mayor mecenazgo, impulsando y consolidando iniciativas de interés general. Por su parte, las dudas acerca de la bondad de los receptores se solucionan con una mejor labor legislativa y de supervisión por parte de la administración, nada especialmente complejo.

En una sociedad abierta se debe favorecer el mecenazgo como fuente de ingresos para iniciativas sociales y culturales y, también, como reconocimiento a la libertad de cada persona por destinar una pequeña parte de su contribución fiscal a las entidades que libremente designe. Con un buen diseño, se refuerza la cohesión ciudadana sin deteriorar el papel central e insustituible de los poderes públicos. Mucha suerte a los legisladores.

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