Un seudónimo

Cumbres borrascosas, de Ellis Bell a Emily Brontë

Cuando se desveló la identidad de la autora las críticas cambiaron y de repente, 'Cumbres borrascosas' se transformó en una historia de amor

Las hermanas Brontë, pintadas por su hermano Branwell, en 1834.

Las hermanas Brontë, pintadas por su hermano Branwell, en 1834.

Maria Rovira

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Si alguna vez os cae en las manos una primera edición de 'Cumbres borrascosas' veréis que no es el nombre de Emily Brontë el que preside el título, sino el de un tal Ellis Bell: la autora se buscó un seudónimo masculino que compartiese sus iniciales.

¡Y qué recibimiento tuvo Ellis Bell! De sus 'Cumbres borrascosas' se dijo que era poderosa y original; se resaltó la crueldad, brutalidad y violencia. Los críticos exclamaban: ¡el héroe de la novela es bestial, monstruoso! Y este autor nuevo y desconocido... ¡es un torrente de malicia y blasfemia! Por su lenguaje debe de ser un granjero de Yorkshire, o un barquero, o un habitual de los bares y las tabernas de los barcos de vapor. ¡Un marinero rudo, que no entiende a las mujeres y no las ve como son en realidad! Prometedor, sin duda, y uno de los grandes.

Cuando se publicó la segunda edición, que revelaba quién era realmente la autora, aunque el texto era el mismo las críticas sí que cambiaron. De repente, 'Cumbres borrascosas' se transformó en una historia de amor, y se comparaba la juventud de la autora con un pajarillo que bate las alas contra los barrotes de su jaula. La novela brutal que había escrito un genio de repente había sido escrita involuntariamente por una autora ingenua a quien claramente se le había ido la obra de las manos.

¿Adónde había ido a parar el barquero rudo de Yorkshire? Había sido devorado por la espesa bruma del prejuicio. Este episodio es solo uno de la larga lista que enumera Joanna Russ en 'Com destruir l’escriptura de les dones', publicado en Raig Verd. Es un libro que no solo describe los mecanismos (groseros pero eficaces, por impunes) empleados a lo largo de la historia por la crítica para arrinconar y menospreciar la producción de las autoras, sino que invita a reconocer los propios sesgos, como en un momento dado hace la autora ¿Qué es realmente universal? ¿Por qué solo había autoras blancas en el lista de Russ? ¿Se había molestado a conocer otras o, sin saberlo, había erigido otra cumbre borrascosa de la cual hablar?

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