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Rafael Vilasanjuan

Las mujeres de Irán

Protesta en las calles de Teherán por la muerte de Mahsa Amini, el 19 de septiembre.

Protesta en las calles de Teherán por la muerte de Mahsa Amini, el 19 de septiembre. / -

 Mahsa Amini, la joven asesinada en un calabozo en Teherán por llevar el velo “de manera inapropiada”, no es la causante de una nueva revolución en el país de los ayatolás, es solo el símbolo de una generación de mujeres que está dispuesta a revertir el orden machista de un régimen opresor que, salvando las distancias, es lo más parecido a la manera de entender el mundo de los ultras de las derechas más rancias aquí en occidente. Tal vez Irán nos parezca lejano, pero no. Su gobierno está en las antípodas de lo que supone una democracia, pero salvando la distancia del radicalismo religioso, no estamos tan lejos. Hay algo en Teherán que no había ocurrido antes. Ni la revuelta de estudiantes del 99, ni el movimiento verde diez años después, ni las manifestaciones del 2019 son comparables a la magnitud y el fervor de las actuales protestas. Las mujeres se han cansado de tener que someterse. El eslogan “mujeres, vida y libertad” no apela solo al velo o las normas de un código represivo que afecta al vestir tanto como al papel que un régimen machista radical reserva a la mujer en la sociedad. Por primera vez en mucho tiempo, esta no es solo una revuelta local, forma parte también de una revolución global.

La clave es precisamente esa. El gobierno iraní sostiene que las protestas son fruto de enemigos externos. Para el régimen el problema de la rebeldía que cuestiona su legitimidad se debe a la injerencia extranjera que ha elegido Irán para romper la familia, reventar sus valores religiosos y como consecuencia atacar a la nación ¿Les suena? No hace falta estar físicamente al lado de las mujeres que hoy protestan en Teherán, para mantener a raya a quienes pueden aplicar medidas radicales. No nos parece tan raro, porque en nuestros sistemas tan representativos e incluyentes, avanza también la idea de sumisión de la mujer y los discursos del odio. Basta ver lo que ha ocurrido en un colegio mayor de Madrid para intentar justificar como “cultura” lo que es abiertamente un machismo tan rancio como el que obliga a las mujeres a obedecer códigos de conducta y de vestimenta en Teherán.

Por eso es importante lo que está pasando en Irán. Desde la muerte de Masha Amini en una comisaría, la frecuencia de las protestas aumenta, debilita al gobierno y aumenta la represión. Aun así la voz de las mujeres está cada vez más presente. Desde las calles a las aulas en las universidades, la protesta puede acabar convirtiéndose en revolución. Pero no nos engañemos, el régimen se va a emplear a fondo contra ellas. En la revuelta de los trabajadores que hace tres años protestaban por el aumento del precio del petróleo los servicios de seguridad mataron a más de 1500 personas. Los guardianes de la revolución temen mucho más esta otra, sobre todo porque no es solo interna. La lucha de la mujer contra el poder es una batalla global. Por eso deberíamos asegurarnos que esas mujeres valientes no van a estar solas. En Irán han salido a la calle, pero su batalla es de todos.

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