Golpe franco

Vázquez Montalbán es mucho más que el Barça

Eric y Gavi felicitando a Busquets tras su gol

Eric y Gavi felicitando a Busquets tras su gol / JORDI COTRINA

Juan Cruz

Juan Cruz

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Manuel Vázquez Montalbán le buscó los mejores adjetivos al Barça, el equipo al que encontró definición e historia, al que convirtió en un ejército moral de un tiempo y de un país, al que le buscó versos y definiciones legendarias que persisten en la memoria colectiva. Sus adjetivos, los sustantivos que le buscó al Barça, fueron tan buenos como el juego del equipo al que él supo cantar como un juglar de los buenos y de los malos tiempos.

Él fue para el Barcelona un poeta comprensivo, entendió sus males como si el suyo fuera un parentesco fraterno, el del hermano mayor que entiende al que se descarría en la sociedad familiar, el del apasionado espectador que sabe que la próxima vez las cosas van a rodar mejor, y no basta con llorar, sino que hay que levantarse de la nada o de la miseria. 

Ahora, un excelente narrador y periodista, Juan Diego Quesada, de los buenos prosistas andaluces que tiene el Barça y que ahora ejerce de corresponsal de 'El País' en Colombia y en otras zonas de aquella América, se preguntaba esta semana en Twitter sobre el sucesor de MVM en la historia de quien mejor cantó el ascenso y la caída azulgrana.

Ramallets, Kubala...

El Barça de hoy tiene grandes cronistas mayores, sin duda, en este periódico, en otros periódicos, en la radio (¡el gran Flaqui!), en la televisión, hasta en la calle de versos y endechas avergonzadas hay cronistas del presente desvarío. Todos esos cronistas han sido llevados, fatalmente, a pensar que peores tiempos que este no ha habido jamás, pero es fácil recordar otros, aquellos en que Ramallets no fue suficiente para reducir el peligro blanco, por ejemplo, cuando Kubala no era capaz de seguir driblando o susurrándole reproches a una pelota que ya no le obedecía como antaño.

Aquel equipo al que le cantó Joan Manuel Serrat no es ahora merecedor de aquella portada de este periódico (¡aquella fue una gran crónica general del Barça!) cuando el centenario sugirió (por iniciativa del otro gran culé, cantor del Barça, Antonio Franco) compartir símbolos con la historia general de los Beatles…

Las mejores metáforas

Manuel Vázquez Montalbán halló las mejores metáforas del Barça de cualquier tiempo, pues son los poetas los que están más cerca de los ecos que merecen los triunfos de un equipo de esta envergadura social, política e incluso literatura. Para cantar hace falta sentimiento y nostalgia, y ahora, en efecto, alguien, algún gran poeta de este tiempo, es necesario para sentarse ante el piano para evocar qué hay en el alma contemporánea para que se produzca este desapego de un club al que no se le buscan ya sino metáforas de derrota. 

Hay jugadores épicos, no cabe duda, pero aún no han consolidado su relación con la grada y por tanto con el futuro, y los que ya están diciendo adiós a todo esto han coincidido con esta avenida de las derrotas en que se ha convertido la historia presente de los habitantes del Nou Camp. Por eso no hay otra épica que la de la derrota; en el fútbol hubo un tiempo en que perder tenía algo de heroico. 

La memoria del desacierto

Ahora es cuestión de vida y de muerte, porque todo tiene que ver con el dinero; quedar en un puesto u otro no es gloria o fracaso, sino cuatro millones más o menos de euros. El Barça vende su campo al que mejor pague por su césped, mendiga resolver su porvenir como cualquiera quiere defender su futuro con mejores salarios, pues ya no hay mejores empleos. El Barça ha vivido unas épocas tristes, las sigue viviendo, tiene la inseguridad que transmite la memoria del desacierto. 

Esta época merece un cronista, en efecto, será un cantante, será un poeta, será un escritor. La tragedia es que ya no lo pueda ser MVM, pero de algún lado saldrá el cronista o la cronista que, de alguna manera, se merece este Barça. El Barça se despertará un día y, como predicaba Evita Perón para los suyos, será millones…, en este caso de triunfos azulgranas. Ojalá. Al Barça ya solo le queda la palabra ojalá.   

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