Ágora

Caída y recuperación de los bienes comunes

Más allá de la falsa dicotomía mercado o Estado, hay un tercer modelo de gestión, de vivir en comunidad

Benidorm sigue impulsando los huertos urbanos, con 50 parcelas más

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David Murillo

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Muchos aprendimos economía desde dos pulsos: el mercado o el Estado. La propiedad pública o la propiedad privada. Según esta interpretación, los errores de los unos eran corregidos por los otros. Los excesos y disfunciones de los otros eran señalados por los unos. Y así, el péndulo oscilaba de lado a lado. En el extremo: de los totalitarismos de Estado pasábamos al liberalismo desacomplejado. Del culto al egoísmo y a la desigualdad pasábamos al afán nacionalizador y a la extensión de lo público. De la falta de eficiencia y el anquilosamiento de los últimos al individuo-consumidor y al trabajador como activo empresarial. ¿Hay vida más allá de este péndulo? La historia nos dice que sí.

La recuperación actual de los bienes comunes, tanto en el mundo académico como en el lenguaje político o en el ámbito de la gestión, demuestra que hay algo más allá de esta falsa dicotomía. Y la manera de hacer visible esta recuperación es observar su legado en la economía, en la política o en los movimientos sociales. En el pasado, este análisis nos permitiría observar el papel notable de la comunidad en la gestión compartida de acequias, molinos o bosques y su impronta en el derecho romano. En el presente, seguir la presencia de los comunes invitaría a prestar atención a nuevas dinámicas de participación colectiva, a nuevos proyectos que van de la gestión de los espacios de ocio y juego, a los servicios de apoyo comunitario, a la Wikipedia o a los nuevos espacios urbanos reapropiados por parte de los ciudadanos. 

La historia, sin embargo, nos dice que la comunidad ha sido progresivamente arrinconada bajo las ideologías del Estado y del mercado. Y que esto se ha hecho en nombre de principios aparentemente incontrovertibles: la eficiencia, la justicia o incluso la equidad. ¿Y si no fuera así? ¿Y si la recuperación de nuestra vida comunitaria no solo fuera un adelanto social sino una fuente de crecimiento personal: un modo de vida más conectado a nuestras necesidades psicológicas y sociales? Y es que ya sabemos que la felicidad difícilmente llega en soledad. Desde la tradición japonesa del 'ikigai' que se pregunta sobre la vida que 'merece ser vivida' y su relación con la longevidad hasta los estudios sobre la felicidad de Harvard, todo indica que nuestro bienestar personal acostumbra a llegar en la presencia de los demás, en la elaboración de nociones personales de propósito, de servicio y de utilidad al bien común. 

No hay que ir a las estadísticas para observar cómo nuestra sociedad sufre un encogimiento progresivo de las relaciones sociales. Nuestro sistema económico, y con él el mundo social que construimos, nos individualiza, nos separa de los demás y nos empuja hacia modelos de vida y consumo cada vez más centrados en nosotros mismos. De aquí a la epidemia de soledad que se dispara entre adolescentes hipercomunicados e hiperaislados solo va un paso. El movimiento por los comunes trata, pues, de llevar la perspectiva comunitaria a la gestión de los bienes colectivos. Trata de redescubrir el papel de la comunidad para ayudar a hacer modelos de sociedad compatibles con las necesidades psicosociales y con las necesidades del entorno. 

Las limitaciones de esta participación comunitaria en la vida colectiva han sido tratadas desde muchas vertientes. ¿Realmente es factible? ¿Tenemos la capacidad, la experiencia, el tiempo? La recuperación de los bienes comunes no plantea el destierro del Estado ni la desaparición del mercado. Ni Marx reprobaba el espíritu emprendedor de los empresarios ni Adam Smith quería suprimir el Estado. El actual movimiento de recuperación de los bienes comunes lo que pretende hacer es abrir el espectro de opciones a un tercer modelo de gestión, de estar en el planeta y de vivir en comunidad. Pretende, básicamente, enriquecer el debate sobre los límites del mercado y del Estado. A esto hemos dedicado con Joan Carrera el último cuaderno de la colección Cristianisme i Justícia 'Recuperar los bienes comunes, reivindicar el buen vivir'. Los comunes como espacio de innovación, de reflexión y como vía para recuperar un sentido de propósito colectivo que muchos persiguen pero muchos menos han analizado.

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