Elecciones autonómicas

Castilla y León: hasta aquí hemos llegado

Es hora de que la gente abra los ojos y denuncie lo inadmisible. Los que han ganado las elecciones por los pelos tendrán que hacer autocrítica

casado mañueco

casado mañueco / Europa Press / Claudia Alba

Luis Sánchez-Merlo

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Confirmada la fragmentación del centro derecha, a la vista de los resultados castellanoleoneses: pírricos de los populares (+2), indiscutibles de la derecha radical (+12), mortuorios para C’s (-12) y recentales (+7) para las formaciones provinciales, mal llamadas, vaciadas.

Si completamos el cuadro con el descenso significativo de los socialistas (-7) y sus socios de coalición (-1), tendremos la foto que descubre factores asintomáticos latentes en la política española.

El zigzagueo de la ilusión liberal, dando aliento a sospechosas mociones de censura —Murcia, Madrid, Valladolid— animadas por quienes tienen pendiente el viaje al centro, y la borda lista para desembarcar a los que intercambian cromos con golosinas.

El cambio de discurso en la moción de censura de Vox, “hasta aquí hemos llegado”, solo se vio aliviado por el éxito de la reina de corazones. A partir de ahí, guerra abierta y sorda con la susodicha, silencio espeso, los proverbiales errores de fábrica y falta de persuasión para hacer una oposición útil. 

Encuestas placenteras —pronto impugnadas por las oficiales— empezaron dibujando un escenario soberano: bordear la mayoría absoluta, revalidar la Junta, gobernar sin ataduras, primera victoria del líder popular y rebaja del desabrimiento doméstico, que sigue vivo.

En una Comunidad —supuestamente cautiva— donde el PP gobierna de manera ininterrumpida desde 1987, el panorama idílico de los sondeos animó a vencer a los socialistas y dejar claro quién manda en la derecha. 

Pero, buscando emular la fórmula que tan buenos réditos proporcionó en Madrid, la confrontación del candidato popular contra el mero mero no funcionó en Castilla y León (CyL). El candidato socialista, que lo tenía ‘a huevo’, solo con denunciar incumplimientos de 35 años, limitó sus críticas. 

Incomprensiblemente, el caso La Perla Negra, en alusión a la película de piratas y para señalarlo como "chiringuito" del Gobierno de CyL, donde colocó a dedo al 60% de los empleados y no se publica oferta de empleo público ni se convocan oposiciones desde el año 2000, quedó ausente de la campaña.

El sobrecoste considerable que pesa sobre un edificio de la Consejería de Economía obligará al expresidente que, se negaba a viajar a Madrid, a declarar como testigo, dentro de un mes en el juzgado. El calendario judicial de los populares no da tregua y pronto veremos circular de nuevo el autobús de la corrupción, por una presunta trapisonda. 

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CyL es la región más extensa de España (18,6% de la superficie) con el 57% de sus habitantes (2.400.000) viviendo en un 3,4% de ese territorio. Con una densidad de población alrededor de 25 habitantes por km2. 

No lograron explicar de forma convincente el adelanto electoral, por una supuesta deslealtad. Y, con el telón de fondo de las macrogranjas, los líderes optaron por dar ruedas de prensa en prados o cooperativas vinícolas, proyectando una imagen de la Castilla que se va yendo. 

La moderna y tecnológica no ha entrado en campaña, cuando resulta que invierte más en Investigación, Desarrollo e Innovación que el conjunto de nuestro país; produce el 22% de la energía renovable de España —un 65% eólica— y tiene 10 centros tecnológicos y 28 festivales de cine, teatro, música o literatura. 

La retórica electoral ha estado más centrada en cuestiones que acaparan el debate político nacional —la forzada re-reforma laboral, instada por Bruselas— por delante de los retos regionales, como el futuro del sector del automóvil —cuatro plantas en la región— que ha llegado a producir el 20% de los coches que se fabrican en nuestro país, lo que equivale al 15% de las exportaciones.

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En estas elecciones inéditas y volátiles, sin acompañamiento municipal, había dos factores determinantes: la indecisión y la participación. Es posible que la indecisión tenga más que ver con una combinación de abulia, indiferencia, desafección, cansancio, tras 35 años de gobierno monocromo. 

La abstención —dos puntos menos que en anteriores comicios, supone que cerca de la mitad de los electores con derecho a voto no han acudido a las urnas —no se explica simplemente con la llovizna desmovilizadora. 

La fuerte bajada del voto por correo —un sorprendente 40% menos, respecto a las autonómicas de mayo de 2019— ya encendió alarmas que se vieron reflejadas en la desgana que certificaron las urnas.

Pendientes de los pactos para la formación de un Gobierno estable, es hora de que la gente abra los ojos y denuncie lo inadmisible. Los que han ganado las elecciones por los pelos tendrán que hacer autocrítica

Como recordaba Galeano: “Hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores”, pero sin olvidar que el líder popular no ha resuelto la guerra con su mayor antagonista. Y, como dice un castizo: “Lo que no está bien es lloriquear solo cuando no estás del lado del pescado”.

Todo empezó con cuatro palabras destempladas: “Hasta aquí hemos llegado”. No sería de extrañar que, a la invitación para hablar del pacto, la respuesta fuera: “Pasa tú, que a mí me da la risa”.

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