Urbanismo popular
Los deseos y los miedos más compartidos -menos cemento, más verde, salvar el patrimonio- necesitan arquitectos, ingenieros y urbanistas de la escuela de Xavier Valls
![Can Zam. De Santa Coloma de Gramenet es un ejemplo de naturalización](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/ecf0776f-ef4b-4736-82c6-8e372dae9397_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Can Zam. De Santa Coloma de Gramenet es un ejemplo de naturalización
![Montse Santolino](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/940db6b4-2d2a-4656-9261-39c49bf59d3c_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
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Montse Santolino
Periodista
“Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos”, escribió Ítalo Calvino. Aunque hoy solo cuentan los deseos y los miedos de los fondos buitre y el 'lobby' inmobiliario, hubo al menos una ocasión, en los años 70, en que los deseos y los miedos de las clases populares contaron, y se recogieron en un plan urbanístico. Lo explica la periodista Odei Etxearte en su libro 'De suburbi a ciutat. El Pla Popular de Santa Coloma de Gramanet', que se presenta estos días.
El Plan Popular fue una propuesta vecinal pionera que, combinando el trabajo técnico con el comunitario y la acción directa, salvó de la especulación los espacios que hoy ocupan muchas plazas y colegios. Xavier Valls, un arquitecto con fuerte vocación social, se puso a disposición y ayudó a organizarse a los vecinos, la mayoría emigrantes con escasa formación, llegados del resto del Estado. No solo defendieron solares sino que debatieron sobre sus usos en un ejercicio inédito de participación ciudadana y, al tiempo, de integración real y efectiva en el país. Si hoy Can Zam es un parque es porque se ocupó para evitar que se construyeran pisos, y porque se defendió de la voracidad de lo que se conocería como 'caso Pretoria'. La Plataforma per a la Defensa de la Serra de Marina i Can Zam sigue peleando por las 30 hectáreas que se dibujaron en el Plan.
En muchos barrios y ciudades periféricas se suceden los conflictos urbanísticos, pero decir hoy urbanismo popular es un oxímoron. Colectivos y entidades se enfrentan a los arquitectos municipales y las agencias de desarrollo urbano, como a Goliat. Por eso es tremendamente oportuno recuperar la memoria de Xavier Valls. Los deseos y los miedos más compartidos -menos cemento, más verde, salvar el patrimonio- necesitan arquitectos, ingenieros y urbanistas de su escuela. Para frenar las fracturas sociales es urgente rehabilitar y reinventar los peores barrios, y las peores calles. Pero no será posible sin otros profesionales, con otras miradas.
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