Pros y contras

La provocación de la memoria

Una exposición de Ahmet Gunestekin sobre la represión del pueblo kurdo ha provocado las iras de amplios sectores turcos y también kurdos, pero también el efecto contrario

Manifestación en contra de la detención de los políticos kurdos.

Manifestación en contra de la detención de los políticos kurdos. / SERTAC KAYAR

Emma Riverola

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Una gran exposición en Diyarbakir, la ciudad kurda más grande de Turquía, ha elevado aún más la temperatura del conflicto en la región. El reputado artista Ahmet Gunestekin quiso mostrar la represión sufrida por el pueblo kurdo. La situación política es difícil. Especialmente desde 2015, cuando el Gobierno de Turquía encarceló a políticos y activistas kurdos y sometió a la ciudad a un estricto control policial. Durante los últimos años, el presidente Erdogan ha exacerbado la confrontación contra los kurdos para ganar votos nacionalistas.

Paradójicamente, la exhibición artística provocó las iras de amplios sectores turcos y también kurdos. Unos por estar alineados a la política gubernamental. Otros, por considerarla insuficiente. Pero también logró el efecto contrario, los aplausos de sectores de ambas comunidades, especialmente de la oposición turca. También el reconocimiento de algunos represaliados. Al fin, lo más relevante es la constatación de la provocación del arte. Sus posibilidades de agitar la conciencia política. Su capacidad de expresar y transformar la sociedad. De honrar la memoria herida, romper el silencio y añadir emociones, reflexiones donde las palabras se ven obligadas a callar.

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