Turbulencias populares

Casado y la gloria efímera

El PP transmite una imagen muy alejada de la de un partido unido y fuerte como proclamó su líder hace menos de siete semanas

Pablo Casado.

Pablo Casado. / EFE

Rosa Paz

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“Aquí seguimos, con el partido unido como una piña y fuerte como una roca”. Así definió Pablo Casado la situación del PP el pasado 3 de octubre en la clausura de la convención de su formación política, la que le sirvió, al parecer, para reforzar su liderazgo y mostrar la unanimidad en torno a su persona. Ha pasado poco más de mes y medio desde aquel pronunciamiento y el PP parece más una olla de grillos que un partido con un discurso unívoco y agrupado sin fisuras en torno a su líder.

No le bastaba a Casado con la guerra abierta con Isabel Díaz Ayuso, la que ha lanzado para impedir que la lideresa madrileña refuerce su poder, acumulando la presidencia de la comunidad autónoma y la orgánica —como el resto de sus colegas autonómicos, por cierto— y ha aparecido, resuelta en el escenario, Cayetana Álvarez de Toledo con su demoledor libro, en el que desvela vergüenzas internas y dedica desacomplejados calificativos a sus compañeros de partido. Empezando por el propio presidente del PP, al que tilda de líder “veleta”. Así que dirigentes y diputados populares están que trinan con la exportavoz parlamentaria y Casado meditando qué hacer, además de invitarle a irse, eso sí, por persona interpuesta.

Coincide, además, que Ayuso ha salido en defensa de Álvarez de Toledo y viceversa, porque no hay nada que una más que el sentirse atacadas por los poderosos mandos testosterónicos, una descripción que la diputada por Barcelona ha dedicado al secretario general del partido, Teodoro García Egea, a quien la presidenta madrileña tiene bloqueado en su Whatsapp. ¿Las verán también a ellas en Génova como participantes en un aquelarre (es decir, como brujas) o eso se lo dedican solo a las mujeres de la izquierda?

Acosado por la extrema derecha de Vox, que lejos de flaquear se consolida, y envuelto en peleas internas, el PP transmite una imagen muy alejada de la de un partido unido y fuerte como proclamó su líder hace menos de siete semanas. Se ve, una vez más, que la gloria es efímera, aunque aún falta tiempo para averiguarlo electoralmente.

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