Apunte
Cosas a las que el G-20 ya llega tarde
La cumbre de Roma pasa de puntillas sobre la crisis de materias primas y energía que amenaza la recuperación mundial
Rosa María Sánchez
Redactora jefe
Premio Carlos Humanes de Periodismo Económico 2020. Máster Universitario en Investigación en Periodismo por la Universidad Complutense, en 2023. Profesora en el Título de Postgrado Especialista en Información Económica de la Universidad Nebrija. Colaboradora en RNE.
Han pasado 13 años desde que en la primera cumbre del G-20, en 2008, el entonces presidente francés Nicolás Sarkozy llamó a “moralizar el capitalismo” y acabar con los paraísos fiscales, dentro de las soluciones que demandaba una sociedad en shock por el estallido de la crisis financiera. En 2021 por fin el G-20 ha adoptado en Roma un acuerdo que puede ayudar a triturar el atractivo de los paraísos fiscales. Si todos los países adoptan una fiscalidad mínima global para sus multinacionales dejará de ser atractivo desplazar los rendimientos a territorios de nula o mínima tributación. Han pasado 13 años desde el propósito inicial del G-20 y cuatro desde que la OCDE recibió el encargo del G-20 para llevarlo a cabo, pero en Roma este año se ha dado un paso importante.
El G-20 tiene en su historial episodios decisivos. Sin la acción coordinada y decidida de los líderes de las 20 economías desarrolladas y emergentes más importantes del planeta (el G-20) probablemente no hubiera sido posible la reforma global del sistema financiero operada tras la crisis del 2008 que tuvo su primer estallido en las hipotecas subprime de EEUU. Hay ocasiones, sin embargo, en las que el G-20 ha ido más despacio, pero ha acabado llegando (como en la tributación mínima del 15% en el impuesto de Sociedades). Y en otras, todo ha sido imposible (como en el ya eterno propósito de reformar la Organización Mundial del Comercio como árbitro y juez de las guerras comerciales en el mundo).
Ahora hay un nuevo reto acuciante para la economía mundial. Se llama ‘ruptura de la cadena mundial de suministro’. Se traduce en desabastecimiento de materias primas, componentes electrónicos y energía en los países desarrollados. Conlleva subidas de precios y riesgo de desabastecimiento. Y amenaza con frenar la recuperación económica. Un problema como este exige una acción coordinada a nivel mundial. Para eso está el G-20, pero en su reunión de Roma se pasado de puntillas sobre un problema que no admite una demora ni de 13 años, ni de cuatro y al que, de momento, ya se llega tarde.
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