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Isabel Sucunza

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Turbulencias

A pocas semanas vista de la campaña de Navidad y con la falta de papel de por medio, igual deberíamos ver esto como una nueva oportunidad de apostar por el fondo

Lectores eligiendo libros en una librería de Barcelona

Lectores eligiendo libros en una librería de Barcelona / Ricard Cugat

Hace unas semanas, un editor amigo nos contaba que en la imprenta con la que trabaja habitualmente se les había acabado el papel con el que suele imprimir sus libros. El más parecido que le podían ofrecer era bastante más caro y comprarlo supondría, obviamente, un aumento de unos tres euros en el precio final de los libros.

Desde ese día que tuvimos esta conversación, lo que entonces parecía un problema puntual de falta de stock, se ha convertido en lo que parece que será EL problema de los próximos meses.

Algunas editoriales ya han anunciado que pospondrán hasta 2022 la publicación de novedades que tenían programadas para este año; por lo visto, el tema ha estado muy presente en las conversaciones entre profesionales del sector en la última Feria de Fráncfort, y ya han aparecido algunos artículos que también hablan de ello.

En casa, cuando suenan este tipo de campanas, hacemos lo que sabemos hacer: enterrar la cabeza en el catálogo de fondo y esperar a que todo pase. Si esta estrategia ya nos funcionó cuando, durante el cierre general de la pandemia, la producción se detuvo durante semanas, ¿por qué no nos iba a funcionar ahora?

El ritmo de producción de novedades es matador. La pregunta que suele hacerse es: “¿creéis que se publica demasiado?”, cuando la que deberíamos hacernos sería: “¿por qué se publica tanto?”. A pocas semanas vista de la campaña de Navidad y con estas turbulencias de por medio, igual deberíamos ver esto como una nueva oportunidad de apostar por el fondo. Suele decirse que uno de los motivos de publicar tanta novedad es no perder presencia en las mesas de las librerías ni en el espacio que los medios dedican a las reseñas de libros; ¿no se pueden llenar tanto las mesas como el espacio de diarios, radios, etc., con libros de fondo?

Si vamos escasos de papel, los libros de fondo ya están impresos. Si las librerías y los medios no se centran en promocionar exclusivamente la novedad, la oferta -y, consecuentemente, la demanda- será mucho más variada, mientras que editoriales, librerías y distribuidoras seguiremos siendo las de siempre.

Yo veo esta solución.

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