Un distrito complejo

Ciutat Vella, ¿un lugar donde vivir?

La campaña del Ayuntamiento de Barcelona choca con una realidad que dice que la mayoría de gente que vive en este distrito lo hace porque no tiene alternativa, porque tiene mucha paciencia, mucha resistencia o mucha militancia para quedarse

Barceloneta

Barceloneta / Manu Mitru

Eva Arderius

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El Ayuntamiento de Barcelona acaba de presentar la campaña ‘Ciutat Vella, un lugar donde vivir’. La publicidad institucional muestra las plazas, los parques infantiles y las zonas que se han transformado para los vecinos, como la plaza de Sant Miquel, que ha pasado de párking a zona de juegos, un huerto comunitario en la Barceloneta o una tranquilísima calle de Ferran. La que no sale, y algunos la han echado de menos, es la Rambla, que precisamente espera su reforma. En el vídeo aparecen vecinos reales y muchos niños y niñas jugando y haciendo todo tipo de actividades.

Cuando el concejal del distrito, Jordi Rabassa, la publicó en sus redes recibió como respuesta algunas imágenes también reales de Ciutat Vella, pero que son la antítesis de lo que muestra la campaña. Imágenes menos idílicas. Parques sucios, contenedores de basura llenos y jardines que no pasan por su mejor momento. Ninguna de las imágenes, ni las del vídeo hecho por el gobierno municipal, ni las que han grabado los vecinos, son falsas. De hecho, algunos vecinos confesaban que les había provocado más impacto ver su entorno ordenado y limpio que las fotos de suciedad y desorden que cada día se pueden encontrar en las redes sociales, y que algunos vecinos cuelgan intentando buscar soluciones a sus problemas cotidianos.

Con la campaña, el gobierno municipal quiere lanzar el mensaje de que lo más importante para Ciutat Vella son los vecinos, y que hay que intentar que se sientan cómodos viviendo en sus barrios. Una idea bienintencionada pero que no se sabe si convencerá a todos los que explican, en redes y en las audiencias públicas, que se quieren marchar. Ciutat Vella es uno de los sitios de Barcelona donde es más difícil vivir. A pesar de los esfuerzos del gobierno municipal, de este y de los que han pasado antes, la mayoría de gente que vive en Ciutat Vella lo hace porque no tiene alternativa, porque tiene mucha paciencia, mucha resistencia o mucha militancia para quedarse.

Aquí todos los problemas de la ciudad se concentran y se amplifican: los desahucios. Aunque la moratoria sigue en vigor, en una semana se llegaron a contar 21 solo en este distrito. El problema de la seguridad: un acuchillamiento mortal en la calle de de la Riera Baixa el 7 de octubre pasado terminó con la paciencia de los vecinos que denuncian robos y problemas de convivencia, especialmente contra las mujeres. Los problemas de movilidad: la carga y descarga ilegal hacen la vida imposible a los vecinos de la calle del Salvador, justo cuando habían superado y resuelto el problema de un narcopiso muy activo. Ahora la pesadilla son los camiones y las furgonetas que cada día les bloquean la calle, muy estrecha. Incluso tienen problemas para salir de su casa y el otro día se quedaron sin gas porque un camión destrozó la tubería del gas de una fachada. También falta espacio público y sobra ruido. En el Gòtic y en la Barceloneta algunos vecinos explican día sí, día también, el insomnio y las “aventuras” nocturnas con las fiestas y las peleas que tienen debajo de sus ventanas.

Todo esto llega a la Administración, el ayuntamiento lo sabe. De hecho, policialmente se está trabajando, se ha anunciado un plan de movilidad para ordenar la carga y descarga y se han expedientado más de 200 terrazas que no cumplían las normas y ocupaban parte de un espacio público muy necesario en estos barrios tan densos. Pero los vecinos no tienen bastante. Los de Riera Baixa, los de los Salvador, los del Gòtic y los de la Barceloneta piden lo mismo: más presencia de la Guardia Urbana. Piden más presencia de los servicios municipales. No solo quieren saber que la administración ha tomado nota, sino que se hace algo. Y esto pasa con la policía y pasa con los servicios de limpieza. No solo hay que hacer, sino que hay que verlo. Es una manera de que los vecinos se sientan más acompañados cuando tengan que convivir con unos problemas que se pueden mitigar, pero que nunca se resolverán del todo. Los vecinos de Ciutat Vella lo saben, lo único que quieren es vivir tranquilos, aunque la realidad de sus calles y plazas no sea tan perfecta como la del vídeo institucional.

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