Elecciones en Alemania

Ruth Ferrero-Turrión

Profesora de Ciencia Política en la UCM e investigadora sénior en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)

Ruth Ferrero-Turrión

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La era post-Merkel ha comenzado

En un escenario tan fragmentado las únicas certezas son que la extrema derecha no entrará en el juego político y que verdes y liberales serán determinantes en el nuevo Ejecutivo alemán

Olaf Scholz, líder del SPD

Olaf Scholz, líder del SPD / Reuters / Wolfgang Rattay

Las elecciones del domingo han dado formalmente comienzo a un nuevo escenario político europeo y global. Tras dieciséis años de liderazgo férreo la cancillera Merkel abandona la primera línea política alemana y europea. No se puede entender la historia de Europa sin la figura de aquella científica que vino de la Alemania Democrática y que, pese a las zancadillas que sufrió por parte de sus compañeros y rivales, consiguió hacerse con el poder de la CDU y luego con el del Gobierno alemán. 

Las encuestas no fallaron y clavaron los resultados. Gana el socialdemócrata Scholz con muy poca ventaja sobre Laschet, el delfín de Merkel. A pesar de la fragmentación del voto si algo se puede afirmar de la política alemana es que la transición será tranquila, sin aspavientos, pragmática e integradora. Los grandes ganadores, objetivamente, son los socialistas y los verdes que han incrementado en más de cinco puntos sus resultados de 2017. Y los liberales, que con solo un punto más se convierten en una de las fuerzas políticas que decidirán, casi con toda certeza, el nuevo Gobierno. El gran perdedor es la CDU, con Laschet a la cabeza. La buena noticia del resultado electoral es el estancamiento de Alternativa por Alemania, que, a pesar de arrasar en Turingia y Sajonia, se convierte en una fuerza irrelevante, demostrando que el cinturón sanitario funciona para desactivar a las fuerzas de extrema derecha. Alemania después de este proceso electoral se parece mucho más al resto de países europeos, mayor fragmentación y más incertidumbre.

Con estos mimbres toca negociar el Gobierno. Varias son las opciones que se barajan, pero las únicas certezas que hay por el momento son que la extrema derecha no entrará en el juego político y que verdes y liberales serán determinantes en el nuevo Ejecutivo alemán. La gran coalición no podrá reeditarse, no dan los números y además el modelo está agotado. Tampoco un tripartito de izquierdas será posible tras el hundimiento de Die Linke. Se refuerza la posibilidad de las coaliciones semáforo y Jamaica, donde la posición de verdes y liberales será determinante y ambos ya han avisado que primero se pondrían de acuerdo entre ellos antes de hablar con SPD y CDU.

Así, el programa socialdemócrata propuesto por Scholz quedará en el aire puesto que, en caso de coaligarse con verdes y liberales, quedaría probablemente constreñido por estos últimos en materia fiscal dadas las aspiraciones de Linden para hacerse con la cartera de Finanzas, hasta ahora en manos socialistas, con todo lo que puede implicar de cara a la reforma de la gobernanza económica europea y los Fondos Next Generation y sus repercusiones en países como España.

Los resultados de las elecciones alemanas muestran algunas certezas, como la apuesta por la política verde, el gran tema de la campaña, y la eficacia del cordón sanitario con la ultraderecha, y algunas incertidumbres. Entre estas últimas, si los líderes que ahora toman el relevo serán capaces de mantener una forma de hacer política, sin aspavientos ni demasiada testosterona, que resuelva en el menor tiempo posible la incógnita del nuevo Gobierno y muestre el papel que Berlín quiere desempeñar, a partir de ahora, en el escenario europeo.

Sin duda, habrá que seguir mirando atentamente el devenir de la política alemana durante las próximas semanas o meses. De lo que allí suceda dependerá el rumbo que tome no sólo Alemania, sino también Europa.

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