ANÁLISIS

Las estrellas cambian de constelación

La crisis del Barça tiene el llamativo honor de haber desencadenado el verano más explosivo en traspasos de la historia del fútbol

Mbappé y Messi, en el entrenamiento del Paris SG, previo al duelo con el Reims.

Mbappé y Messi, en el entrenamiento del Paris SG, previo al duelo con el Reims. / @PSG_inside

Antonio Bigatá

Antonio Bigatá

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La crisis del Barça tiene el llamativo honor de haber desencadenado el verano más explosivo en traspasos de toda la historia del fútbol. Las estrellas han cambiado masivamente de constelación. Lo de Messi fue como cuando el genio de la botella pudo escapar libremente e inició maravillas en aquel cuento inolvidable.

En la depresión anímica de la Covid se esperaba una reanudación progresiva de deidades del juego, el negocio y la asistencia a los estadios, pero al iniciarse el verano nadie podía imaginar que tendríamos cambio de silla de Messi ni regreso de Cristiano al Manchester United. Tampoco el descaro económico del pulso por Mbappé, el traspaso espectacular del goleador Lukaku al Chelsea ya campeón de Europa, o que estuviesen en la danza, con finales desiguales, incluso Haaland, Varane, Grealish, Kane, Sterling

Aquella llamada telefónica de Laporta al padre de Messi diciéndole que lo primero era la viabilidad y supervivencia del Barça antes que los deseos del corazón fue el cohete espacial explosivo

 El único folletín previsto era el de Sergio Ramos, que al final quedó en tan segundo plano como será muy probablemente su protagonismo en el nuevo PSG. Pero, en definitiva, aquella llamada telefónica de Laporta al padre de Messi diciéndole que lo primero era la viabilidad y supervivencia del Barça antes que los deseos del corazón (quizá por no confesarle que los poderes financieros del club no le dejaban firmar la renovación) fue el cohete espacial explosivo que cambió de ubicación las principales estrellas, en un mes espectacular que el barcelonismo vivió bastante cariacontecido, en segunda línea, masticando ilusiones de futuro pero renunciando ya a sentirse el más importante.

Mirar por la ventana

Se desconoce el resultado del nuevo equilibrio de fuerzas, pero hay pronósticos muy compartidos. La Premier queda más fuerte que nunca; el PSG es una incógnita respecto a si, con sus modos soberbios y su dinero infinito, puede conseguirlo todo, porque Pochettino tendrá que ligar la mayonesa más suelta de la historia de la cocina para convertir en equipo cohesionado su selección internacional; la Liga baja sin duda un peldaño pero se desconoce la altura de ese escalón pues su competitividad en los torneos está acreditada, pero España este año mirará más por la ventana lo que brilla en el extranjero que quizá lo interior, aunque como siempre eso dependerá de los puñetazos que se den entre sí Madrid y Barça; ¿cómo rendirán Bayern y los resucitados italianos que tanto gustaron en la Eurocopa tras esta revolución estival, tienen algo a hacer?; ¿habrá alguna revelación inesperada?

El fútbol encara muchas incógnitas pero las trascendentales pueden resumirse en un nombre: el PSG.

Una de las seguridades es que quienes a priori eran más nítidos favoritos a lucir antes de lo de Messi, es decir Manchester City y Liverpool, parecen quedar bastante diluidos entre otros conjuntos –algunos, sus vecinos Chelsea y Manchester United— en lo que prometen ser las competiciones nacionales y europeas más a cara de perro vistas hasta ahora. El fútbol encara muchas incógnitas pero las trascendentales pueden resumirse en un nombre: el PSG.

Ese Menos que un Club que incluso Francia no considera propio, y con razón, desata las urgencias sobre la necesidad de clarificar de una vez el fair play financiero, ahora tan prostituido, los derechos de las retransmisiones televisadas, y la construcción de rigurosos arbitrajes de los nuevos contenciosos, huyendo de las inhibiciones –a veces tan sospechosas—de las actuales autoridades europeas.

Pero no ignoremos un dato fundamental: el PSG es una gran operación geoestratégica que retrata, siglos después, de la mano del petróleo, una devolución de la derrota árabe en las Cruzadas, porque el gran infiltrado en campo contrario ahora no es Lawrence de Arabia yendo a Riad sino el jeque Al-Khelaïfi del PSG tomando París, el protagonismo del fútbol occidental y buena parte de su negocio. Y esperan su turno para quitarnos lo que puedan China y la India, mientras se debilita en todos los sentidos la antigua hegemonía occidental incluso en cosas tan sentidas y populares como las disputas en calzón corto mediante pelota. 

Apurando carreras y dinero

Dos apuntes breves. Primero, el auge de los veteranos apurando carreras y dinero. No es sólo lo de Messi y Cristiano; en la Eurocopa ya vimos muchos treintañeros luciéndose decisivamente antes de dejar paso a quienes les siguen. Segundo, atención al nivel de los fichajes de España ya que más allá del huracán de Florentino por Mbappé, para que su equipo sea quien tenga a partir de ahora –en vez del Barça—al hombre con el tercer testículo capaz de engendrar grandes diferencias, en principio únicamente son destacables Memphis (Barça) y De Paul (Atlético), aunque el primero, tomen nota, se incorporará este año al pelotón de las megaestrellas.

Para resumir, no veo nada mal lo que puede lograr Koeman con su coherencia y valentía deportiva. Los equipos bien pensados y bien hechos que tienen buenos futbolistas siempre pueden ganar a las sumas de mejores individualidades menos conjuntadas.