Secuelas del 'procés'

El viaje de Bezos y el de Puigdemont

Entre las mil consecuencias desagradables del 'procés' todavía hoy, tras los indultos, se desgranan nuevos problemas de la mano de la cada vez más evidente mediocre y enconada justicia española

Jeff Bezos vuelve a tierra tras alcanzar el espacio en un cohete de Blue Origin

Jeff Bezos vuelve a tierra tras alcanzar el espacio en un cohete de Blue Origin / blue origin

Antonio Franco

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Me decepciona que en el colmo de las privatizaciones ahora exista una carrera espacial entre multimillonarios privados. Gastan lo que hace tanta falta en la Tierra subidos a los cohetes para divertirse con la ingravidez y atizarse con cuatro amigos champán y ostras, mientras nos miran sin vernos desde la escotilla. Por puro placer, diez minutos en el espacio sin ir hacia la Luna o Marte. Jeff Bezos cayó después ordenadamente en una cápsula sujeta por paracaídas. Salió riendo, alardeando de sus ganas de "ho tornarem a fer". Lo había preparado bien. Tiene medios para hacerlo sin arriesgar sus casas, yates y tren de vida. Es todo menos un bocazas, aunque yo sea ideológicamente contrario a lo que ha hecho.

Como catalán es imposible evitar la comparación con ese otro viaje hacia las estrellas que han efectuado Artur Mas y Puigdemont en la última década, con prisas, sin prepararlo bien y sin explicar cómo viviríamos después del 'procés' a los millones de presuntos implicados que deseaban hacer subir a su nave para compartir secallona y Raimat durante el viaje a Ítaca, y prescindiendo de los otros tantos millones de personas que dejaban atrás en su despegue. La caída de este globo fue patética, con el president de la Generalitat huido fuera de España sin haber avisado a los suyos que no iba a presentarse en el despacho para compartir con quienes le obedecieron lo que viniese. El auge y caída del 'procés' ha coincidido con un empobrecimiento en flecha de Catalunya, desbordada por un Madrid vaciador de todo lo que toca, sean bienes o legalidades.

Entre las mil consecuencias desagradables de aquella improvisación irresponsable e ilegal todavía hoy, tras los indultos, se desgranan nuevos problemas de la mano de la cada vez más evidente mediocre y enconada justicia española. Se trata de un pozo del que o nos saca la Unión Europea y su justicia templada o puede durarnos varias décadas más. Las cuentas del Gran Capitán hechas por el Tribunal de Cuentas son abusivas y constitucionalmente discutibles. Sólo juegan a favor suyo las otras cuentas paralelas de quienes aseguran que la Generalitat ni gastó ni debe devolver un duro de su propaganda exterior antiespañola. 

¿Quién le devuelve, en forma de servicios a la gente, el mucho o poco dinero malversado? Quedan lejos las diadas multitudinarias y familiares en las que a la dirección del 'procés', por pacifista, solo le faltó repartir armas para ir a tomar la Delegación del Gobierno Español. Ahora, en el desinfle, sin créditos para pagar las fianzas ligadas a la presunta malversación (sacar la lengua a los bancos cuando trasladaron sus sedes no sale gratis, en contra de lo que nos predicaron), como la Generalitat legalmente miedosa no quiere poner directamente 'els cèntims' ya quiere organizarse una recaudación masiva de donativos. Eso amenaza con traducir en cifras concretas el tiempo transcurrido desde aquellas diadas en las que todo se prometía como posible y gratis, aunque ya se zancadilleaban entre sí, disputándose el bien remunerado poder futuro las fuerzas independentistas y la decisiva CUP.

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