En clave europea
Ruptura entre la UE y Suiza
La firmeza de la Comisión Europea frente a Suiza muestra la determinación de la UE tras el ‘brexit’ a condicionar cualquier acceso privilegiado al mercado europeo, su principal baza económica y política, a la aceptación de las reglas europeas
Eliseo Oliveras
Tras siete años de negociaciones entre la Unión Europea (UE) y Suiza sobre el Acuerdo Marco Institucional, el Gobierno helvético ha anunciado esta semana que abandonaba el proyecto. La ruptura por parte de Berna implicará un deterioro de las relaciones económicas y políticas entre la UE y Suiza. Pese a que siguen en vigor el acuerdo de libre comercio de 1972 y los otros 120 acuerdos bilaterales, la sucesiva expiración y la falta de actualización de esos antiguos acuerdos a las recientes regulaciones europeas obstaculizarán las relaciones económicas y comerciales entre ambos a medida que crezcan las divergencias legislativas y los problemas de armonización.
El primer ejemplo es la exportación de equipos médicos suizos, cuyo acuerdo de reconocimiento mutuo de certificaciones ha expirado este miércoles. Tras la renuncia helvética al Acuerdo Marco, la Comisión Europea destacó que cualquier país que opere en el mercado europeo, como Suiza, "debe respetar las mismas condiciones" y que el acceso privilegiado de Suiza al mercado europeo implica “estar sometido a las mismas reglas y condiciones”. El mercado único y la capacidad normativa de la UE son su principal fortaleza política y económica en el mundo globalizado y la UE está decidida a utilizar esa baza con firmeza a partir de ahora, en especial tras su victorioso pulso con el Reino Unido durante la negociación del Brexit.
Actualmente, los suizos que residen en la UE representan el 4,6% de la población helvética y el 19% de los residentes en Suiza en edad laboral son ciudadanos de la UE. Para Suiza, la UE es el principal socio comercial y el destino del 41,5% de sus exportaciones, mientras que Suiza sólo absorbe el 7,4% de las exportaciones de la UE. Pese a los acuerdos bilaterales, Suiza no forma parte del Espacio Económico Europeo (a diferencia de Noruega) y sigue siendo un estado totalmente soberano.
Sin fronteras Schengen
El Acuerdo Marco Institucional comenzó a negociarse en 2014 para actualizar y englobar de forma coherente el complejo conglomerado de los 120 acuerdos dispersos que regulan las relaciones entre la UE y Suiza y que abarcan desde productos agrícolas a transporte y aviación civil, pasando por el espacio sin fronteras de Schengen y el reconocimiento mutuo de estándares industriales.
En 2018, se concluyó el borrador del nuevo acuerdo, englobando todas las áreas de relación mutua. Pero la presión del primer partido suizo -el conservador soberanista y antinmigración Unión Democrática Cívica-Partido Popular Suizo (UDC-SVP)- y las críticas de los sindicatos y la izquierda llevaron al Gobierno helvético a plantear a la UE una serie de excepciones ante el temor de que el acuerdo no obtendría el respaldo de la población en el preceptivo referéndum.
Una de las principales causa del fracaso del acuerdo ha sido la protección del nivel salarial de los trabajadores suizos ante el riesgo de 'dumping' social y laboral, que ya se produjo dentro de la propia UE en las dos últimas décadas debido a los abusos de la liberalización de los servicios. Para evitar una erosión de los salarios de los trabajadores suizos por la competencia de los empleados de la UE con sueldos más bajos, Suiza había instaurado hace años unas denominadas "medidas de acompañamiento" para las empresas. Pero la Comisión Europea indicó que esas medidas constituyen ayudas públicas de Estado que distorsionan la competencia y que debían restringirse a un nivel que se considerara “proporcionado y no discriminatorio”, insuficiente para Berna. El Gobierno suizo también estimó que la UE restringía su capacidad de control administrativo e inspección para evitar el 'dumping' en los trabajadores desplazados desde otros países de la UE.
Limitaciones a las ayudas públicas
Los otros puntos conflictivos más importantes han sido las limitaciones a las ayudas públicas, la primacía del Tribunal de Justicia de la UE para dirimir los potenciales desacuerdos entre la UE y Suiza y las directivas europeas que permitían a los ciudadanos europeos la residencia permanente en Suiza y el pleno acceso a las generosas prestaciones sociales suizas a las personas que buscan empleo y a los estudiantes.
Suiza confía en mantener sin descalabros sus relaciones con la UE. Pero el Gobierno helvético ha subestimado el endurecimiento de la posición negociadora de la Comisión Europea y de los Veintisiete tras su batalla para preservar la integridad del mercado único europeo y del Derecho comunitario frente al fallido intento del Reino Unido de mantener un acceso privilegiado a la carta tras el Brexit.
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