Tribuna

Reconstrucción republicana

Debemos salir del día a día y planificar los cambios necesarios a 10 y 20 años vista para lograr una nueva Catalunya mejor

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, saluda a los medios de comunicación al salir este viernes de prisión.

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, saluda a los medios de comunicación al salir este viernes de prisión. / Susanna Saez

Oriol Junqueras

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La inmunidad de grupo está cada día más cerca. Si se mantiene el ritmo de vacunaciones y no se interrumpe la llegada de stocks, este verano podría ser el inicio del fin de una pandemia que ha hecho estragos y que ha puesto en jaque al conjunto de nuestra sociedad. En la medida en que vamos recuperando la normalidad tendremos que concentrar nuestra atención y energía en el paisaje resultante post-covid y en sus consecuencias económicas y sociales, que todos advertimos que no son menores. De ahí la necesidad imperiosa de poner manos a la obra para tener un Govern surgido de las urnas y que, a estas alturas, inexplicablemente, sigue pendiente de una tediosa negociación que se apresuraron a encarrilar dos de los actores políticos -para garantizar una mayoría de investidura- a la espera de que un tercero se decida a dar el paso.

Los retos del nuevo Govern son inmensos. Lo han sido siempre en un país como el nuestro, con las limitaciones derivadas del techo competencial y de un Estado que no responde a las demandas ni a la necesidad de la sociedad y economía catalanas.

Hay dos palancas principales para la recuperación del país. La primera, la recuperación de la confianza derivada de la mejora de la situación sanitaria, que permitirá retomar la actividad de muchos sectores y, sobre todo, la interacción y colaboración renovada entre personas, entre empresas y/o instituciones. La segunda, los fondos europeos de recuperación, que suponen una inyección de ayudas sin precedentes: representa el equivalente a casi cuatro veces lo que fue el histórico Plan Marshall de 1948. El Estado español recibirá 140.000 millones de euros en los próximos cinco años. De estos, Catalunya podría acabar recibiendo una inversión de cerca de 30.000 millones de euros. 

Los fondos europeos, como indica la Comisión Europea, deben servir para hacer una doble transformación de la economía catalana: digital y ecológica. Catalunya ha de acentuar una clara mirada social que vele por que la transformación y modernización de la economía no deje desamparados los colectivos de trabajadores y trabajadoras, jóvenes o séniors que pueden tener dificultades para adaptarse a los cambios que vendrán. No podemos admitir la actual tasa de desempleo de los jóvenes, ni olvidar a los ancianos y unas pensiones en entredicho. Los colectivos más vulnerables deben ser objeto de especial atención y protección.

Inexplicablemente, el Govern sigue pendiente de una tediosa negociación que se apresuraron a encarrilar dos de los actores políticos a la espera de que un tercero se decida a dar el paso.

Debemos planificar los cambios pensando a 10 y 20 años vista. Salir del día a día para pensar en pasado mañana. Los grandes cambios de fondo requieren pensar a largo plazo para empezar a poner las primeras piedras, hoy, de una nueva Catalunya mejor para que sea una realidad mañana.

El Gobierno catalán ha sido muy activo en ayudas económicas para los sectores más afectados. Catalunya es el territorio que da más ayudas tanto en valor absoluto como en relación con la población -231 euros por habitante, un 80% superior a las cifras de los que que se sitúan en segundo y tercer lugar. Catalunya también es la que da más ayudas a autónomos, pymes y sectores económicos, en total 187 euros por habitante (un importe muy superior al de Navarra, situada en segunda posición, con 120,20 euros). Pero hay que advertir que estas ayudas han sido claramente insuficientes para los sectores más afectados por las restricciones impuestas a la actividad económica, como la restauración. Es imprescindible que el Gobierno español tenga una actitud más activa y determinada a la hora de socorrer a aquellas pymes que han visto disminuir sus ingresos drásticamente.

También por este motivo tenemos que estar especialmente atentos para que no se produzca una recuperación asimétrica, en la que algunos sectores, en lugar de recuperarse, profundicen en su crisis.

Es necesario continuar exigiendo la implicación de la Administración central y la gestión integral de los recursos que genera Catalunya

Este país tiene suficiente audacia y vitalidad para salir adelante y superar esta crisis sentando las bases para una economía fuerte y moderna que sea el pilar que sostenga el Estado del bienestar. Pero, al mismo tiempo, es necesario continuar exigiendo la implicación de la Administración central y la gestión integral de los recursos que genera Catalunya, que secularmente son drenados por el Estado central y que nunca vuelven, ni siquiera en forma de inversiones. Precisamente ahora, más que nunca, es imprescindible revertir esta tendencia que empobrece el país y que lastra la recuperación económica y la cohesión social.

Pero en lo que es competencia nuestra lo tenemos que saber hacer bien, fijar prioridades y optimizar todos los recursos. Determinar lo realmente importante y, sobre todo, ser consecuentes a la hora de ejecutar los recursos. También implica recuperar la colaboración entre la Administración y el resto de actores económicos y sociales. Los Estados que mejor se recuperan son aquellos que saben compartir riesgos y beneficios entre todos los que tienen un papel ante los retos colectivos.

Y, al mismo tiempo, es necesario agilizar y modernizar la Administración a la hora de decidir, autorizar y ejecutar proyectos y modificar algunos de los procesos actuales, lentos y farragosos. Tenemos una oportunidad única para demostrar que estamos a la altura de las circunstancias para ayudar a levantar el país y a su gente. Nos lo merecemos.