Problemas urgentes
El Govern que viene
Aragonès aspira a una política alternativa a la desganada de Puigdemont y Torra para encarar también las cuestiones no directamente relacionadas con la consecución de la independencia
Antonio Franco
Periodista
Antonio Franco
Todo hace pensar que, desgraciadamente, pronto tendremos un nuevo Gobierno de coalición ERC-Junts. Subrayo ese pesar porque con los resultados de las últimas elecciones y las pocas ganas que tiene Junts de ir en ese gobierno subordinada a ERC lo lógico sería otro tipo de Govern. Aragonès aspira a una política alternativa a la desganada de Puigdemont y Torra para encarar también las cuestiones no directamente relacionadas con la consecución de la independencia, y Catalunya reúne circunstancias idóneas para que Esquerra la administre en minoría, blindada desde fuera por Junts en la aspiración secesionista, pero abierta a pactos concretos puntuales con el PSC y los Comuns para combatir con amplia base la crisis económica y resolver los urgentes problemas sociales y sanitarios de la población. Cuando Aragonès plantea con realismo su tesis de que la posible independencia llegará en todo caso tras una larga maratón, las zancadillas y despechos que sin duda le propinarán desde dentro del Consell Executiu quienes tienen prisas para reiniciar viajes inmaduros presagian que seguiremos en los malos tiempos actuales.
Aunque sin ganas, aunque una vez ERC ha descartado que sea el nada representativo Consell de la República de los amigos de Puigdemont y no la Generalitat quien tome las decisiones serias, Junts no tiene más remedio que entrar en el Consell Executiu. Ni quiere ni puede --para su supervivencia-- renunciar a los sueldos y sillas que ha ido heredando desde los tiempos de Pujol. Estar en el Govern significa acceder a bastantes de los más de 500 cargos de la institución y sus empresas públicas satélites, con decenas de empleos remunerados con alrededor de 100.000 euros anuales que nutren las vidas personales de la aristocracia 'indepe' y varios centenares más para los más afortunados de sus militantes a los que se proporcionan trabajos que podríamos denominar más normales.
Ni siquiera el hastío rencoroso que parece irse imponiendo en la personalidad del exiliado Puigdemont puede permitirle asestar un golpe seco a este tema. Menos aun cuando Esquerra quiere encarar lo que viene (más empobrecimiento, despidos masivos en grandes empresas, replanteamiento energético, nuevas formas de trabajar y aprender...) en vez de persistir en lo que él llama combatir a España con una "confrontación inteligente" que no cese, algo que no parece ser lo que más entusiasma en estos momentos ni a la mayoría de los catalanes ni quizá siquiera a amplias franjas secesionistas. En cualquier caso no es siquiera "inteligente" lo último que nos ha llega desde Waterloo: la idea de que después de vacunar a alrededor del 80% de los mossos no hay por qué hacer lo mismo con la Policía Nacional y la Guardia Civil --que andan por debajo del 10%-- que realizan aquí tareas similares. Es un tema de vida o muerte y no puede considerarse bajo ningún concepto bromita de barra de bar. Piense en eso, por favor. Alude a cómo se viviría en este país si quienes nos traen la república posible se parecen a ese señor, que está dispuesto a cogobernar por la pasta de sus amigos pero no a pensar como un humano decente.
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