Ágora

Commedia all’improvisso

Se pueden establecer símiles entre los personajes de la Commedia all’improvisso y los protagonistas de este tiempo

Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. FOTO: JOSÉ LUIS ROCA

Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. FOTO: JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Luis Sánchez-Merlo

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Nacida en Italia a mediados del siglo XVI, en el ámbito teatral, la Commedia dell'arte (CdA) se considera la herencia más reconocible del Renacimiento italiano. Inicialmente, tomó sus tramas y situaciones de la Commedia Erudita. A base de mezclar elementos del teatro literario con tradiciones carnavalescas, recursos mímicos y habilidades acrobáticas, se fue convirtiendo en una representación caracterizada por la improvisación libre, privilegio esencial de los actores.

En la intriga incesante de lo que va sucediendo, los intérpretes aprovechan las grietas de un estado de suspensión de la realidad para deslizar mensajes intencionados a un público atrapado entre lo subliminal del mensaje y lo sublime del despliegue.

En la comedia, el personaje principal representa un arquetipo (mentiroso, charlatán, fanfarrón, pícaro, enamoradizo, crédulo, inconsciente) y sus actuaciones pueden responder a un estereotipo, en que la exageración de las conductas entretiene al espectador.

Una pequeña parte del legado que nos ha dejado la CdA son disciplinas artísticas (mímica y pantomima) y elementos teatrales (máscaras, intrigas, acrobacias) que hacían las delicias del público congregado en las plazas de los pueblos para disfrutar de lo que ofrecían compañías itinerantes, que improvisaban escenas breves, “pasajes de bravura”, lo que proporcionaba gran dinamismo a las representaciones, con abundantes entradas y salidas, equívocos y engaños. 

Protagonistas de este tiempo

Los personajes de la Commedia all’improvisso, con recursos propios del actor, como la acrobacia o la expresión corporal, ofrecen pistas para establecer símiles con protagonistas de este tiempo. Una galería de arquetipos, fácilmente identificables e intransferibles, forman el elenco de la CdA:

Piero Pantalone encarna el poder político, como creencia de que todo se puede comprar y vender. Audaz, desconfiado, enigmático e inaccesible; bondadoso y comprensivo para unos, malicioso para otros, hábil para vadear situaciones difíciles, hace de la impostación un arte; genera desconfianza cuando utiliza sus recursos sin temor a la confrontación; capaz de todo, mordaz, vivo e insolente, termina siendo un misterio para el espectador. Una grácil figura define su fisonomía.

Paolo Pulcinella encarna el poder intelectual. Dueño de un pasmoso descaro y gran aplomo. Su verborrea resulta ampulosa e irritante para los demás actores. Ama los largos discursos, a los que se entrega con suficiencia y augusta severidad. Inquietante y sagaz, su arma secreta es la ironía, que aparea con ingenio y enamora fácilmente a mujeres guapas. Una marcada cifosis define su fisonomía.

Isabella Colombina encarna el poder de la frescura. En el contexto social de la época, el papel femenino y su figura acicalada se interpretaba como una manifestación diabólica, por tanto, reprobable y marginada. Perspicaz, sabe manejar a los hombres con picardía. Incluso frente a su patrón es franca y conserva una cierta libertad de acción. Tentación y cebo para viejos, que creen ver en su coquetería una esperanza a sus devaneos. Con las faldas normalmente debajo de la rodilla, la timidez que oculta un alma libertaria define su fisonomía.

Paulo Capitano encarna el poder del ‘establishment’. Su problema, que termina siendo el nuestro, es pensar que la prudencia es ‘no hacer’, cuando consiste en ‘hacer lo que hay que hacer’. Desconfiado, al tiempo que ingenuo, siempre va acompañado de un ‘zanno’ (actor de reparto) que lo introduce en peligros para él insospechados. Sus textos invisibles tienen mayor importancia que sus gestos interpretativos. Una barba que acaba de poblarse define su fisonomía.

El declive de la CdA se debió a que los actores ya no reflejaban las condiciones de la vida real. En las obras representadas en la corte, solían ser aristócratas o académicos, más tarde fueron profesionales, como nuestros dirigentes, mejor caracterizados por su capacidad de improvisación que por su erudición.

La moda de los políticos de ir a programas de entretenimiento revela que no importa la realidad, lo que cuenta es el espectáculo cómico televisado, exégesis actualizada de la CdA.

Uno de nuestros líderes en declive, validando la frase de Marco Aurelio: vengarse del enemigo es ganar otra vida, ha desplegado rencor hacia su socio: “Nos enfrentan más cosas de las que la gente cree". Prueba palmaria del fin de fiesta de esta comedia improvisada, a la que la pandemia añadió las mascarillas, para agrandar el disimulo. 

Animo al lector a hacer un sencillo ejercicio emparejando personajes de ahora mismo (arquetipos), con actuaciones cercanas (estereotipos).

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