APUNTE

Cuando falta un rematador

Messi en el lanzamiento del penalti fallado.

Messi en el lanzamiento del penalti fallado.

Albert Guasch

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El optimismo arrollador que irradia Laporta pareció contagiar a muchos aficionados e incluso a algunas voces que se expresan en medios de comunicación. «¡I ara anem a París a remontar!», gritó afónico el nuevo presidente en la noche electoral, en lo que parecía un momento de enajenación transitoria producto de la euforia. El mensaje lo repitió ya habiendo dormido las horas que tocan bajo la sombra de la torre Eiffel. Y la alegría cala como el agua, por lo que se oyó horas antes del partido. Luego, la realidad era la que era. Había que meter un mínimo de cuatro goles a un gigante con mucho músculo y mucho colmillo. Y las proezas son proezas porque son escasas. Pero hasta casi la recta final del partido los jugadores nos hicieron creer que era posible. Maravilloso.

Realizó el Barça un partido pletórico. Seguramente el mejor de la temporada. Como aquel día de la Copa ante el Sevilla, hizo salivar a los aficionados ante el televisor. Las ocasiones llovieron desde el principio. Un chaparrón. Oportunidades de gol para consumar la remontada solo en la primera parte. Y esta vez ante un grande de verdad, aunque con el colmillo afeitado ayer. Suspiramos por una pierna como la de Haaland. Con la coz del alemán en el cuerpo de Dembélé, posiblemente este jueves toda Barcelona estaría afónica como el presidente electo el día de su victoria.

Después de un gol estratosférico, Messi falló el penalti y entonces fue como si se volcara la tarta de la boda. De la excitación al chasco. De visualizar lo imposible a la cruda realidad. Aun así, el equipo se comportó de forma competitiva hasta el cierre, llamando con insistencia la puerta de Navas. Lástima que Koeman no afinó el piano una semana antes, a tiempo para la ida.

Esta eliminación no tiene nada que ver con el oprobio de Roma, Anfield o Lisboa. El Barça se va de Europa por primera vez en 14 años en octavos, pero el estado de ánimo que queda no es de abatimiento. Hay esperanza de cara a esta temporada en la Liga y la Copa y sobre todo de cara al futuro. Es un equipo al que se ve comprometido y hace pasar unos ratos estupendos. Valió la pena el viaje a París, aunque fuera para constatar que falta un rematador.

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