La otra delincuencia
Bartomeu y los Gran Reserva
El expresidente del Barça se ha limitado a utilizar el poder como está de moda hacerlo cuando no funcionan los mecanismos legales de control.
Antonio Franco
Periodista
Antonio Franco
A raíz del 'caso Bartomeu' descubro que no sé cómo llamar a la delincuencia de las realezas, los políticos y las personas socialmente destacadas. Sería insultar a El Lute ponerla en su misma categoría, pues él robaba por necesidad. Aunque podría encajar en la categoría genérica "de cuello blanco", pienso que la gente tan conocidísima merece un capítulo aparte: ¿delincuencia Gran Reserva?
Una cautela: pongan la expresión 'presuntamente' antes de todas las cosas que escribiré. Y un reconocimiento de miopía: Bartomeu me caía bien, aunque acabé considerándole pésimo presidente por sus decisiones deportivas y económicas. Luego lo incorporé a mi lista de malas personas por no cumplir con la palabra dada a Messi de dejarle irse del Barça por la puerta grande al final de la temporada pasada. Pero ahora sé que, además, abusaba con normalidad de su cargo. Como los políticos miserables, fraccionaba muchos pagos para sortear los controles democráticos que él debía defender.
Manejaba el dinero de la entidad como si fuese propio y lo utilizaba para desprestigiar a rivales personales y, en el colmo de los colmos, a futbolistas del primer equipo que no le caían bien. Lo inmovilizaría con una bola negra atada al pie por el simple hecho de atreverse a falsear la contabilidad para que se imputase dinero para pagar aquellos desmanes a La Masia, el vivero de las casi únicas ilusiones que tiene la afición barcelonista.
Pero no nos sorprendamos. Bartomeu se ha limitado a utilizar el poder como está de moda hacerlo cuando no funcionan los mecanismos legales de control. Está en un cuadro de deshonor con Chirac y Sarkozy; con el Rey emérito ya sin méritos y los que le ayudan por acción u omisión a regatear al fisco; con decenas de cargos de Partido Popular (y Rajoy cada vez más cercado), o con nuestro Jordi Pujol... Tipos que confunden los derechos del poder con hacer lo que les da la gana "porque puedo". Y súmenles quienes hacen cosas imperdonables, aunque quizá no sean técnicamente delitos, como las infantas vacunándose al margen de la cola en un asunto de vida o muerte. Bartomeu es solo el último engañador de la fila.
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