Referéndums
Escocia y Quebec
Los referéndums escocés y canadiense vuelven a presentarse como ejemplos de lo que no son, con lo que dejen de dar la matraca con ellos y con la unilateralidad
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
Xavier Sardà
Los referéndums de Escocia y Quebec vuelven a presentarse como ejemplos de lo que no son.
El escocés ha sido el único referéndum pactado en una democracia asentada. Pero de izquierda (como por ejemplo Owen Jones) a derecha (por ejemplo, el director de economía del 'Financial Times'), muchos británicos han calificado literalmente a Cameron como el peor primer ministro de la historia precisamente por convocar consultas (Escocia, Brexit) y provocar la división de la sociedad. Boris Johnson ya ha dejado claro que no va a pactar un segundo referéndum.
Los dos referéndums de Quebec (1980 y 1995) fueron unilaterales. Pierre Trudeau dijo que ni con un 100% de sís hubiera iniciado una negociación sobre la independencia. Más tarde, el Gobierno promulgó la ley de claridad que el independentismo rechaza ya que, como explicó un líder del Parti Québécois en TV-3, hace "imposible" la independencia.
La Liga Norte, elegida con el 60% de los votos, aprobó una ley para organizar un referéndum de independencia en el Véneoo, que el Constitucional italiano prohibió a instancias de Renzi. En la Alemania de Merkel, el Constitucional prohibió uno en Baviera. Y la Administración Obama negó uno en Texas diciendo que "la Constitución no ofrece mecanismos para salir de la Unión".
Quebec y Baviera nunca han aprobado las Constituciones de sus países. Dinamarca prohíbe explícitamente en su Constitución los referéndums sobre monarquía, impuestos y otros asuntos. Solamente en Suiza son parte del sistema y no sin contraindicaciones: las mujeres no tuvieron derecho a voto hasta 1971 porque los hombres, en referéndum, votaban que no lo tuvieran. Algún cantón se resistió hasta 1991.
Bart de Weber, líder independentista flamenco, descarta la unilateralidad, ya que "ha dividido Catalunya hasta el hueso". Y la escocesa Nicola Sturgeon también ha puesto la unilateralidad catalana como ejemplo de lo que no hay que hacer.
Por favor, dejen de dar la matraca con Escocia y Quebec y ya no digamos con la unilateralidad.
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