El asalto al Capitolio

Juzgar a Donald Trump

Cada caso es cada caso, pero piensen cómo crecería el pesimismo si desde el Partido Republicano lanzasen el mensaje de "volveremos a hacerlo"

El Capitolio, durante la insurrección de seguidores de Trump

El Capitolio, durante la insurrección de seguidores de Trump / REUTERS/Leah Millis

Antonio Franco

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Visto desde una óptica europea el comportamiento final de Donald Trump debe conducir a una futura comparecencia ante la justicia para que, analizadas y sustanciadas sus responsabilidades, se pronuncien los tribunales. Ha protagonizado una rebelión, sedición o como queramos llamar a sus proclamas de rechazo de las leyes democráticas. Ha azuzado a un poco menos de la mitad de la ciudadanía norteamericana para que se sublevase. Ha desacatado y escarnecido los veredictos del Tribunal Supremo en más de 50 pleitos en los que se ha fallado que su derrota electoral no se debe a trampas de partidarios de Joe Biden.

Creo que en España estaría de acuerdo con que se juzgase a Trump un muy amplio espectro de opinión que incluiría en Catalunya a la mayoría de los constitucionalistas y también a la mayoría de los ‘procesistas’. Eso da que pensar. Porque, muy probablemente, lo que ha sucedido en EEUU desde la noche electoral hasta el miércoles caótico de asalto al Capitolio por parte de una minoría ‘trumpista’ (aunque sin el presidente cesante), aun siendo delitos evidentes no encajan al pie de la letra con los tipos penales existentes en aquel país sobre la rebelión, la sedición o lo que Joe Biden de momento ha calificado de insurrección.

Sostengo que lo sucedido era tan imprevisible que en su momento los legisladores norteamericanos no lo tipificaron, pero que aun así merece castigo. Si se produjese, pienso que a la mayoría de los europeos les parecería lógico y justo. Pero ustedes ya conocen la continuación. Se iniciaría el debate sobre un posible indulto o una posible amnistía con un doble argumento; para unos, porque Trump en su opinión no habría cometido delitos, para otros porque aunque mereciese el castigo convendría rebajar la tensión en el enfrentamiento entre esos dos Estados Unidos –tan diferentes como las dos Españas o las dos Catalunyas– que sin duda existen. Ya sé que cada caso es cada caso y que las cosas que se parecen no son exactamente iguales. Aun así convendrán conmigo en que el mundo es un pañuelo. Y piensen cómo crecería el pesimismo si desde el Partido Republicano lanzasen el mensaje de "volveremos a hacerlo".

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