LA GESTIÓN DE LA CRISIS
Emerge otra visión del Gobierno estatal
La política que mejor palía los nefastos efectos de la pandemia trata con visión supra-autonómica asuntos de Estado trascendentales
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Salvador Illa
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Miquel Porta
Médico y epidemiólogo
Miquel Porta
Gracias al covid-19 estamos viviendo cómo la política que mejor palía los nefastos efectos de la pandemia va fortaleciendo las instituciones técnicas y, a la vez que respeta más la autonomía de los expertos, trata con una visión supra-autonómica nueva asuntos de Estado trascendentales.
El pasado sábado, la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, diagnosticaba que al principio “el músculo de la salud pública a nivel estatal y en las comunidades no era suficiente para hacer frente a la pandemia”. Últimamente esa caquexia muscular ha mejorado algo con tratamientos coyunturales paliativos. Hay que nutrir esos músculos. O después de Reyes volverá a ascender la curva.
En municipios y comunidades, la debilidad de las infraestructuras de salud pública (para asegurar la calidad de alimentos, aire, agua y controlar tantos otros procesos, infecciosos o no) ha sido desde hace décadas fatal para nuestra calidad de vida.
También lo ha sido un Ministerio de Sanidad con pocos recursos y capacidad de liderazgo. Durante años ello ha convenido a Gobierno tras Gobierno y a sus aliados. A algunos todavía les gusta: dicen que esa pobreza es “de Madrid” o “del Gobierno central”, cuando realmente es una debilidad de aparatos de Estado imprescindibles para desplegar políticas eficientes y solidarias en todos los niveles del Estado. Hoy vemos lo dañinos que son para la salud y la economía tales marcos mentales y mediáticos. Como vender que a tal o cual comunidad autónoma le va mejor con una gobernanza estatal débil. Ninguna comunidad puede defender sola el bienestar de su gente.
Dimensión estatal
Compartimos un espacio geofísico, económico, cultural –y, por tanto, epidemiológico, además de todo lo histórico y futbolístico que tú quieras– en el que problemas como la pandemia no son el simple resultado de sumar o multiplicar los problemas de cada una de las 17 autonomías. Las cuales todos vemos que no son distantes como planetas. Pero en muchos discursos mediáticos esta interdependencia no está. Y ausente está el hecho del ‘más’: más que la suma, más que la multiplicación, la dimensión supra-autonómica: estatal.
Los problemas del Estado (así, las incongruentes políticas anti-pandemia de unos municipios, comunidades o ministerios) nos perjudican a todos, no solo al Gobierno central. La buena política emergente trata abiertamente este hecho como una cuestión supra-autonómica. Sistémica. Sé que entre comunicadores, políticos y académicos encontraremos una manera más comprensible de contarlo. El ‘más que’, ese otro nivel o dimensión que dice: “Disculpe, el Gobierno estatal no compite contra el de su comunidad, se encarga de algo de lo que hoy ninguna autonomía se ocupa.” Es erróneo que cada una vaya a su bola: toda comunidad debe asumir activamente las responsabilidades que tiene más allá de sus fronteras –especialmente cuando se trata de microbios y de contaminantes, por ejemplo. Cuando los gobiernos de algunas comunidades asumen las responsabilidades que tienen más allá de sus territorios (¿sacrilegio jurídico? no me diga), y las responsabilidades que también tienen en el nivel ‘más’ supra-autonómico, entonces ahí te espero, debe decir el Gobierno estatal: ahí también trabajaremos juntos.
Eficiencia, lealtad y solidaridad
Estamos fortaleciendo los mimbres políticos, jurídicos y científico-técnicos (epidemiológicos, tecnológicos) de las instituciones para promover una cooperación supra-autonómica más eficiente, leal y solidaria. Como en el Consejo Interterritorial (CI). Son hechos históricos. Éxitos incipientes de Salvador Illa y sus aliados, incluyendo las derechas más responsables. Pues irresponsable es que cada comunidad vaya al CI a defender lo “suyo”, cuando su obligación y su propio interés es defender a la totalidad de la población y de la economía del Estado.
Las instituciones estatales son para todos, no “de Madrid”. Por coherencia con los efectos ‘glocales’ (globales y locales) de su trabajo. Así el próximo Centro Estatal de Salud Pública, para el que Calzón anunció que hay una partida en el proyecto de presupuestos generales.
Me dice un amigo que a esta visión no la llame “federal” porque irrita a algunos. Pero es lo que es. Un Estado plausible, más eficiente, cívico, solidario. Quizá, el futuro.
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