Obituario

Valéry Giscard d’Estaing, un liberal en un país sin liberales

El expresidente francés murió el miércoles a los 94 años víctima del covid-19. Joven brillante que combatió en la segunda guerra mundial, Giscard fue el jefe del Estado francés más joven (llegó al cargo a los 48 años) hasta que Emmanuel Macron le arrebató esta marca

Valéry Giscard d'Estaing

Valéry Giscard d'Estaing

José A. Sorolla

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Fallecido a causa del covid-19 a los 94 años, Valéry Giscard d’Estaing fue el tercer presidente de la Quinta República instaurada por el general Charles de Gaulle en 1958. Reformista, kennediano, liberal en un país en el que no hay políticos liberales, Giscard accedió al Elíseo en 1974, a los 48 años, siendo el presidente francés más joven en llegar al cargo hasta que Emmanuel Macron batió su récord de juventud. Sucedió en la presidencia a Georges Pompidou, tras batir en las elecciones de mayo de 1974 a François Mitterrand por poco más de 400.000 votos (50,81%), pero no pudo ser reelegido. Pompidou había fallecido en el ejercicio de su cargo en 1974 sin poder completar su mandato por lo que Giscard fue el primero que se convirtió en presidente de un solo periodo, secundado después por Nicolas Sarkozy y François Hollande.

Gran parte del fracaso en su reelección se debió a la crisis económica desatada por la primera guerra del petróleo de 1973, que acabó con los treinta gloriosos años de abundancia y dio paso a la época del déficit permanente, el paro perpetuo y las desigualdades sociales. Pero Giscard fracasó también por el cese del impulso reformista con el que llegó al Elíseo y por su arrogante y aristocrático distanciamiento de la población con una imagen de niño prodigio y de primero de la clase que le alejó del electorado.

Insensibilidad

El periodista Franz-Olivier Giesbert explica en La fin d’une époque (Fayard/Seuil, 1993) esta forma de ser de Giscard: «Tiene la inteligencia de los conceptos, de las cifras, de las situaciones. Pero la inteligencia de las personas le falta a menudo. No sabe relacionarse con la gente. O se pasa o no llega. Es esta insensibilidad hacia las personas, camuflada bajo una elegancia cortés, lo que lo lleva a herir tan a menudo a sus próximos, incluso sin darse cuenta (…) ‘Hemos trabajado mucho tiempo juntos -dice Jean-Pierre Soisson-. Yo era uno de sus colaboradores más próximos. Incluso fundé un partido para él. Pues bien, jamás me ha invitado a su casa’». 

Tercer presidente de la Quinta República

  • Diputado de Puy-de-Dôme (1956, 1984)
  • Ministro de Finanzas (1962, 1969, 1972)
  • Presidente de la República francesa (1974-81)
  • Eurodiputado (1989)

En cuanto al impulso reformista, durante el mandato de Giscard se aprobó la rebaja de la mayoría de edad a los 18 años, la regulación del aborto (1975) y la financiación por la Seguridad Social de la píldora anticonceptiva o la ampliación de los poderes del Consejo Constitucional. Europeísta de primera hora, Giscard puso, junto al canciller alemán Helmut Schmidt, las bases de la moneda única con la creación del Sistema Monetario Europeo y promovió la elección directa de los diputados del Parlamento Europeo, en el que él mismo se sentaría entre 1989 y 1993.

Junto al canciller Schmidt puso las bases del euro con la creación del Sistema Monetario Europeo

El reformismo giscardiano tuvo, sin embargo, sus límites. No se atrevió, por ejemplo, a la supresión de la pena de muerte, que tuvo que esperar a la llegada de Mitterrrand a la presidencia. Era un asunto que, sin duda, le preocupaba, ya que no en vano dedica a la pena de muerte un capítulo de su primer tomo de memorias (El poder y la vida, El País/Aguilar, 1988), en el que recuerda que durante su mandato la guillotina cayó tres veces y explica cuál era el papel del presidente de la República cuando se aplicaba la pena capital. «En realidad, el presidente de la República no se pronunciaba sobre la condena a muerte, sino sobre un recurso de gracia. Decirlo no es intentar hacer un juego de palabras, lo que, en esa circunstancia, sería horroroso, ni una forma de eludir las responsabilidades; es evocar una situación precisa, a la que he tenido que hacer frente», escribe.  

Los diamantes

El deterioro de la situación económica, el distanciamiento social y el escándalo de los diamantes que le regaló el dictador centroafricano Jean-Bédel Bokassa acabaron con una presidencia que se había convertido, como tantas en Francia, en monárquica y que terminó con el abandono del Elíseo entre abucheos. Un verdadero fiasco para el joven brillante que había participado como soldado en la segunda guerra mundial, se había graduado en dos de las escuelas de élite francesas, la Politécnica y la ENA, había sido inspector de finanzas a los 28 años, diputado a los 30, secretario de Estado de Finanzas a los 33 y ministro a los 36.

Ya presidente de la República, nombró primer ministro a su enemigo íntimo Jacques Chirac, con quien mantuvo una larga disputa por el control de la derecha, el exalcalde de París desde el gaullista RPR y Giscard desde la UPF (Unión por la Democracia Francesa), un partido democristiano, liberal y europeísta. Chirac aguantó dos años en el palacio de Matignon antes de dimitir y Giscard nombró para sucederle al economista Raymond Barre. Años después de perder la presidencia, presidió la convención encargada de elaborar la Constitución europea (2001-03) que se estrelló en el referéndum de Francia en el 2005. 

Giscard practicó una política exterior europeísta que, sin embargo, encalló en sus relaciones con España por su resistencia, a través de duras negociaciones, a la entrada española en la Comunidad Económica Europea (CEE), y por su pasividad frente al santuario de ETA en el País Vasco francés.

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