Medidas anticovid
Barras de bar
Los políticos son asustadizos por naturaleza y ante lo impredecible, prefieren tirar por el camino de en medio, aunque a veces no sea el más adecuado
España es el líder mundial absoluto en número de bares y restaurantes. Ahora, en Catalunya, están todos cerrados. Desde hace ya algunas semanas el virus sigue contagiando cada día a más personas y aquí se han tomado las medidas, como suele hacerse, radicales y de cumplimiento a rajatabla. Mientras en la Comunidad de Madrid el Gobierno de Ayuso y el de España mantenían un pulso político, en Catalunya se tomaba la solución de cerrar los bares y restaurantes como <strong>medida preventiva</strong>, según se dice, para evitar llegar a las cifras de contagio de la capital de España. Una decisión que para el sector de la hostelería es injusta y muy cobarde. Para otros se trata de una medida prudente y preventiva.
Los políticos son asustadizos por naturaleza y ante lo impredecible, prefieren tirar por el camino de en medio, aunque a veces no sea el más adecuado. Mientras escribo este artículo los contagiados han alcanzado un índice muy preocupante y se decreta en Catalunya el toque de queda. El temporal, lejos de amainar, parece reforzarse y vuelve a embestirnos con una crueldad casi sádica.
No hay más que salir a la calle y ver una Barcelona desmoralizada, triste, apagada y vacía. Las persianas de todos los bares están bajadas y se muestran empobrecidas por unos grafitis deprimentes y de mal gusto. Hay cientos de locales de los que penden carteles de “Se vende” o “Se alquila”. Debajo de cada uno de esos carteles queda un lugar derrotado, que un día alguien inauguró con la alegría de emprender un negocio. Ahora, en el interior de cada uno reina la vacuidad más absoluta. Los catalanes se toman en casa el café de la mañana porque muchos, ahora, trabajan desde allí. Tengo una pregunta: ¿hasta cuándo? ¿ Alguien lo sabe? Porque a la gran mayoría no les da ya para mucho más, y cuidado cuando esto vaya a más.
Nunca he sido muy de bares, pero ahora no deseo otra cosa que los abran para entrar a tomarme lo que sea, para poder saborear desde una barra el aroma de la normalidad.
Termino con la letra de aquella maravillosa canción de El Último de la Fila que dice: “Barras de bar, vertederos de amor… retales de mi vida”. Qué ganas tengo de veros otra vez llenas algún día.
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