Al contrataque
Qué me dices
Nadie quiere asumir el coste político y económico de las decisiones drásticas.
Cristina Pardo
Periodista
Cristina Pardo
Las autoridades españolas están trasladando a los ciudadanos tal ensalada de mensajes contradictorios o insuficientes que provocan un desconcierto nada recomendable en tiempos de pandemia.
Antes, el estado de alarma estaba mal para algunos; los mismos que ahora reprochan al Gobierno central su nula implicación en la lucha contra el coronavirus. Antes, era necesario el mando único para otros; los mismos que ahora abandonan a su suerte a las Comunidades Autónomas. Antes, había que evitar los hacinamientos en interiores y ahora, se cierran parques públicos y no se toman medidas para aligerar la hora punta en el transporte público.
Hace algún tiempo se nos dijo que habíamos derrotado al virus, que podíamos hacer turismo nacional y animar el cotarro. Ahora, se nos recomienda quedarnos en casa. Se nos recomienda, cuando ya hemos visto que eso no es siempre suficiente. Nadie quiere asumir el coste político y económico de las decisiones drásticas. Los ciudadanos ya no tenemos certeza sobre qué decisiones se toman por criterios sanitarios y cuáles responden a la necesidad de evitar un desastre electoral.
Antes, los políticos hablaban, pero poco. Ahora, metidos ya en la segunda ola, Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso se han puesto de acuerdo en intentar ponerse de acuerdo y en coordinar los planes de actuación. Sí, más vale tarde que nunca, pero para mucha gente ya siempre será nunca. Hace cuatro días se nos dijo que bastaba con confinar algunas zonas de Madrid. Hoy la misma persona nos dice que no tiene sentido confinar unos sitios sí y otros no. No sé los demás, pero yo estoy deseando poder confiar en aquellos que dirigen nuestras vidas. Me encantaría escuchar mensajes sencillos e inequívocos sobre de dónde venimos, dónde estamos y a dónde vamos. También mensajes valientes, siempre regidos por la situación sanitaria del país. E incluso algo de autocrítica, para poder empatizar con aquellos que tienen que tomar decisiones tan difíciles. En cambio, lo que tenemos son dirigentes aparentemente superados, soberbios, que van dando tumbos y que no se hablan entre ellos. Muy mal.
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