Retos de futuro

15 años de .cat

Ahora la meta es aún más complicada: seducir y conquistar empresas de todo el mundo para que introduzcan el catalán en sus plataformas

Un hombre organiza los iconos de varias redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter en la pantalla de su móvil

Un hombre organiza los iconos de varias redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter en la pantalla de su móvil / periodico

Saül Gordillo

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La victoria del 15 de septiembre de 2005 de la candidatura del dominio .cat ha proporcionado los 15 años más exitosos de la lengua catalana a nivel internacional gracias a la globalización de Internet. El triunfo colectivo de la comunidad lingüística y cultural catalana en la red se ha ido convirtiendo, a lo largo de los últimos años, en un hito no suficientemente reivindicado que coincide con la pérdida de autoestima que se está instalando en sectores dirigentes, intelectuales y activistas de Catalunya. El país ha pasado de sacar pecho por una conquista envidiada por otras naciones sin estado europeas, que ya brindarían por disponer de los 108.448 dominios registrados del .cat, a caer en una especie de desconcierto sobre la utilidad de la matrícula catalana en Internet por la irrupción de redes sociales y aplicaciones móviles ajenas a la web y por el acomplejamiento sobre la falta de contenidos audiovisuales en nuestra lengua en los monstruos de Internet y las plataformas digitales.

Ahora que los catalanohablantes habíamos demostrado que ganar era posible -el .cat es el primer dominio de Internet que representa a una comunidad lingüística- y que un uso potente, transversal e intelinteligente de la web era la vía para salvar la lengua y unir el diccionario con un 'pasaporte digital' propio, ahora que hace 15 años de aquel hito espectacular de la obtención del .cat, se producen hechos preocupantes que podrían contribuir a devaluar la conquista catalana en la red. Inexplicablemente, lejos de aprovechar el .cat como eje a partir del cual seguir construyendo una comunidad lingüística y cultural dinámica y emprendedora en Internet que supere límites administrativos autonómicos y estatales y que eluda conflictos políticos del mundo analógico, el relato sobre la presencia catalana en la esfera digital se ve enturbiado por el pesimismo y el caos que prolifera en determinadas redes sociales absolutamente viciadas por la discusión política y partidista.

Hoy impera la idea de que la red es el peor de los escenarios para la concordia, el diálogo y la meritocracia, mientras nadie -o muy pocos- se dedican a recordar que hubo una época en que el ingenio, la inteligencia colectiva, la discreción, el activismo bien entendido y la diplomacia fueron determinantes para convertir la lengua y la cultura catalanas en la primera a nivel mundial a disponer de un dominio propio en Internet, el 'pasaporte virtual' de la nación cultural completa.

Si hace 15 Internet era conversación, libertad y transparencia, espacio para la discusión enriquecedora y el espíritu colaborador más sano, hoy -y más después de la evolución del conflicto político derivado del llamado 'procés'- estamos situados en un terreno embarrado fruto de la proliferación de herramientas que han ido restando protagonismo a la web y, de paso, que obligan al dominio .cat a repensarse mirando al futuro. La tendencia generalizada a la baja de los dominios de Internet no tiene, en el caso catalán, el mismo patrón de comportamiento, de tal manera que la lenta caída de los registros de direcciones de Internet (URL) no se produce entre los usuarios de habla catalana. Esto, sin embargo, no solo no es una invitación al conformismo para <strong>la Fundació.cat, que gestiona este dominio y también el .bcn</strong> -con 5.750 registros-, sino un estímulo para ampliar la oferta de servicios más allá de las URL de webs. El actual patronato de .cat, formado por entidades de peso como el Institut d'Estudis Catalans, el Fútbol Club Barcelona, la Federació Llull o la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA), trabaja con el objetivo de convertir el dominio en el puntal de la Internet catalana y de contribuir a afrontar los retos de la comunidad lingüística, cultural y emprendedora más allá de la web, abarcando el mundo de las aplicaciones y las plataformas digitales, donde la lengua todavía tiene mucho recorrido por delante.

Cuando hace 15 años un grupo de activistas e internautas capitaneados por personalidades de la red como Amadeu Abril y Manel Sanromà o el abogado Jordi Alvinyà supieron reconducir el fracaso de la campaña por el dominio territorial .ct -reservado los estados- y enfocarse lo al primer dominio lingüístico y cultural de tres letras del mundo -el .cat, tras superar las reticencias de la ICANN porque 'cat' significa gato en inglés- con el apoyo y complicidad de uno de los padres de Internet como Vinton Cerf, la esfera digital giraba en torno a la web y los blogs. Unas herramientas que generaciones jóvenes de usuarios adictos a redes como Twitter, Tik Tok, YouTube o Instagram no tienen hoy la percepción que sean necesarias ni imprescindibles, ni mucho menos que las URL de estas páginas contribuyan a ampliar la presencia catalana en el mundo y internacionalizar esta comunidad pionera e innovadora.

Lejos queda la proclama 'The Web Is Dead' de la revista Wired (agosto de 2010), pero durante la última década el .cat se ha consolidado con un 84,16% de tasa de renovación y ha ganado prestigio internacional entre los dominios de su categoría. La fundación que lo gestiona también ha asumido el .bcn para la capital, y las acciones de ayuda y apoyo al tejido empresarial de proximidad y los actores culturales se han conectado con la misión fundacional de la entidad. La Fundació.cat trabaja para que más allá de Catalunya el dominio sea asumido al conjunto de territorios de habla catalana, y que la presencia en el mundo de catalanohablantes se agrupe bajo esta matrícula propia.

Contexto tenso

Una tarea que, en el contexto político tenso de los últimos años, ha merecido un acento especial en el talante independiente y no gubernamental del dominio ni de la fundación que lo gestiona, privada y sin ánimo de lucro. Sin embargo, el cierre de 19 páginas web de contenido relacionado con el 1-O llevó la Fundació.cat a defender judicialmente los derechos y libertades en el ámbito digital, para evitar abusos policiales y judiciales -120 webs cerradas por otros registradores- que vulneraban los parámetros democráticos de nuestro entorno europeo y para garantizar la seguridad jurídica de los propietarios de los dominios.

El observatorio del .cat y los medidores del tráfico de los medios y las páginas en catalán aportan información positiva sobre la vitalidad de las webs bajo el dominio conseguido hace 15 años. En el caso de la televisión y la radio pública, el impacto entre la comunidad internauta de Cataluny ha superado el 50% de la población internauta durante los últimos meses. Pero el reto de la Fundació, mirando al vigésimo aniversario, es contribuir a aumentar la presencia del catalán en grandes plataformas audiovisuales fuera del Estado e internacionalizar la lengua en las herramientas globales que actúan sobre las comunidades lingüísticas con una lógica estricta de mercado y negocio .

Del mismo modo que el 15 de septiembre de 2005 la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN en inglés) aprobaba una candidatura presentada por noventa entidades de Catalunya, València y las Illes Balears, con el apoyo de 68.000 firmas de ciudadanos de los territorios de habla catalana, y la sutil complicidad del Gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero y de su ministro de Industria, José Montilla, ahora la meta es aún más complicada: seducir y conquistar empresas de todo el mundo para que introduzcan el catalán en sus plataformas y que traten una comunidad de más de 11 millones de catalanohablantes como un potencial mercado atractivo al margen de divisiones administrativas autonómicas o estatales y en una lógica global que se convierte en oportunidad si se supera el pensamiento deprimente sobre la fin de la lengua catalana por culpa de estos monstruos digitales alejados de Barcelona o Madrid.

Exposición presencial y en línea

La exposición que hoy se inaugura en el Palau Robert de Barcelona por el decimoquinto aniversario del .cat estará también accesible en línea y girará por toda Catalunya, València y las Illes Balears, profundizando en el alma que hay detrás de una comunidad transversal y activa de 108.448 páginas web en lengua catalana, con la mirada puesta en el futuro del catalán en Netflix, HBO y Disney (audiovisual); Amazon (web); Alexa y Siri (asistentes de voz); Seat, empresa que acaba de abrir página con .cat pero que tendrá mucho que decir con el asistente en el coche en catalán. Un objetivo tan ambicioso -tener presencia en catalán en las pantallas y los asistentes de voz del mayor número de 'players' posible- como el del visionario Amadeu Abril que, con la ayuda del gurú de Internet Jon Postel, supo cambiar el diccionario (.cat) por el pasaporte (.ct) cuando detectó que la campaña reivindicativa de los primeros años despeñaba contra el muro de la Agencia de Mantenimiento para el estándar 3166 (los códigos de países) de la Organización Internacional para la Estandarización (ISO). Para los retos de esta década, habrá la misma ambición, discreción, diplomacia y empeño que la sociedad civil supo aplicar 15 años atrás aprovechando huecos y grietas gubernamentales.

*Periodista. Director de Catalunya Ràdio y de los Medios Digitales de la CCMA. Secretario de la Fundació.cat. Autor de los libros 'Nació.cat' (2007) y 'Sobirania.cat' (2014). Cofundador del portal pionero de blogs políticos en catalán 'Poliblocs' (2007) y autor, desde 2004, del 'Bloc sense fulls' (saul.cat). Galardón especial de los Premios Blogs Catalunya 2008.