Análisis
Transitar, no regresar
Tras la pandemia hay que revisar para rechazar, rectificar y reforzar, no reconstruir; y apoyar lo que funciona y tiene futuro
Guillem López Casasnovas
Catedrático de Economía (UPF). Exconsejero del Banco de España.
Guillem López Casasnovas
El prefijo ahora está de moda. Encontramos el término en todas partes, aunque con su uso no siempre sabemos que queremos decir. Es el nuevo relato para rehacer nuestras vidas: queremos volver a nuestra normalidad. Es la reanudación que quieren los poderes públicos, la recuperación que pide la economía.
La reindustrialización que quieren muchos analistas, algunos con ganas de rehacer el país, desde la investigación científica. Es la reingeniería de procesos que se pide desde las escuelas de negocios. Reestructurar nuestros sectores productivos más tocados, atando otra vez créditos y clientes. Reforzar la apuesta por actividades de más recorrido, recapitalizar la economía para reinvertir en actividades más rentables. Reformar o revolucionar nuestras estructuras fiscales para recaudar mejor en el 'tsunami fiscal' que se avecina y no tener que recortar y más bien repensar nuestro estado del bienestar.
Es tiempo de evitar rebrotes, de reconocer los errores para rebobinar. Queremos rehabilitar nuestras redes sociales para revivir el 'modus vivendi' del pre, desde el post, Covid. Se trata de un 'totum revolutum' en el que mezclamos a menudo deseos con expectativas de realidad: querríamos cambiar el mundo, dado el bache sufrido, y estamos dudando de si tenemos recambios. Pero sabemos que volver al pasado no es posible, que recuperar la estructura dañada es una respuesta de corto plazo, no reconciliable con un futuro renovado.
La realidad del planeta reclama que transitemos desde el mundo que hemos recibido, ahora en una situación insostenible, hacia otra que sea reversible, en la que se rediseñe nuestro papel, redimiéndolo de desechos contaminantes, reciclando residuos y relanzando nuestro compromiso ambiental. Hay asimismo que enderezar los reequilibrios en el bienestar intergeneracional hoy reemplazados por las reivindicaciones de pensionistas y recortes sociales.
No podemos recaer en regalar el tiempo que nos toca vivir con la reincidencia del recuerdo en la búsqueda del tiempo pasado. Releo los últimos artículos sobre la reactivación económica y veo más un nuevo intento de revitalizar el modelo actual, con el peligro de religar con los errores del pasado status quo, mirando por el retrovisor, que un reforzamiento de los argumentos para reconstruirlo sobre bases nuevas, reaccionando con la su renovación profunda, que revise y remueva de raíz las dependencias, rejuvenezca la reivindicación del bienestar humano y reconcilie reclamaciones con realizaciones. Rectificar, reduciendo la religión consumista que nos refugia en un bienestar falso que no entiende del relax personal ni de las relaciones humanas.
Hay que revisar para rechazar, rectificar y reforzar: no reconstruir. Y apoyar lo que funciona y tiene futuro, para remover, relevar, retroceder, retractarse de lo que son rabietas por lo que no volverá. Se requiere mayormente transformar, transitar, 'traslacionas': no recuperar, desde la resiliencia, para regresar al antiguo status quo. El dinero que venga de Europa para nuevos proyectos es nuestra gran (¿última?) oportunidad.
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