Desescalar, no desconfinar

Nueva fase en el control del covid-19

Ahora pasamos del confinamiento general de la población al confinamiento específico de los casos detectados y de sus contactos

Toma de temperatura en la guardería municipal de Golmés.

Toma de temperatura en la guardería municipal de Golmés. / periodico

Joan Clos

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Sorprenden las sucesivas polémicas y anécdotas que se están originando en la actual desescalada del confinamiento general del covid-19; si se puede o no cambiar de acera en una calle fronteriza entre dos municipios; si es congruente o no que el peatón deba llevar mascarilla y el que esta en la terraza no; que si uno puede bañarse en el mar, pero no tomar el sol, etc. Creo que este desconcierto deriva de una incomprensión de dónde estamos en la gestión de la epidemia.

Lo que se esta haciendo ahora es desescalando el confinamiento general de la población -'cgp'- que se tuvo que imponer para evitar el colapso de los servicios sanitarios en la fase explosiva de la epidemia, cuando la tasa de reproducción era de 2,5 o superior. Una vez conseguido el famoso aplanamiento de la curva, ahora es tiempo de poner en marcha otra metodología para controlar la epidemia. Esta nueva fase se caracterizará por la identificación de todos y cada uno de los nuevos casos de covid-19, la puesta en marcha inmediata de una encuesta epidemiológica de campo rigurosa y exhaustiva para identificar a los contactos recientes del caso y proceder al confinamiento especifico -'ce'- de casos y contactos.

Cambia el método, pero la lucha continua. He aquí la clave para el manejo de la epidemia y para prevenir y controlar nuevos brotes. Con el desconfinamiento actual solo cambiamos de estrategia de control. Una vez los servicios sanitarios asistenciales se han recuperado de la avalancha aguda de la enfermedad, ahora tomarán el protagonismo los servicios de salud pública y los epidemiólogos de campo, en estrecha colaboración con la asistencia primaria. Dicho de otra manera, no es que pasemos del confinamiento al desconfinamiento sino que  pasamos del confinamiento general de la población 'cgp' al confinamiento especifico 'cee' de casos y contactos. Sería deseable que en cada Comunidad Autónoma quedase claro qué facultativos están al frente de la nueva fase de la epidemia porque serán la autoridad que dictará los nuevos confinamientos específicos. Si no se identifica la responsabilidad pública en esta función tan estratégica, noticias como la privatización de estos  servicios, como ha sido el caso de la Generalitat de Catalunya, generarán un gran desconcierto. Los servicios de epidemiología de campo no se merecen el nombre que empieza a circular de “rastreadores” ya que se menosprecia la alta especialización que se requiere para identificar casos y contactos que se hará más difícil aún con la apertura de fronteras durante el verano. Pensar que esto se va a resolver sólo con 'apps' de cierto grado de inteligencia artificial es ahora mismo una banalidad insensata.

Evidentemente, para esta fase se requerirá de toda una metodología de investigación de casos y de contactos que no se ha aplicado durante la fase aguda, porque la avalancha lo impedía y se desconocían aspectos fundamentales de la nueva enfermedad, como incidencia, prevalencia, mortalidad, periodo de incubación, así como las características patógenas del virus. A pesar de lo cual en Alemania y Corea del Sur pudieron poner en marcha, antes que nosotros, esta estrategia de control epidemiológico de campo casi desde el inicio de la fase aguda, con resultados muy positivos como es bien conocido. Ahora tocará organizar y entrenar a los recursos humanos y materiales para esta nueva fase. Así se deberá actuar exhaustivamente hasta que la epidemia deje de crear nuevos casos, o hasta la disposición universal de una vacuna eficaz.

También cabe resaltar que, las decisiones de confinamiento que eventualmente sean necesarias en esta nueva fase, deberán estar sustentadas en dictámenes facultativos vinculados con los resultados de las encuestas epidemiológicas y la identificación de los brotes locales. No podemos caer en la trampa de considerar que el control del covid-19 ya esta garantizado y que la tormenta ha pasado. No es el caso. 

Las polémicas de estos últimos días han girado alrededor de la idea del confinamiento general de la población, 'cgp'. Ahora tocará ir cambiando el chip y preguntarnos no si podemos cambiar de acera o tomar el sol, sino cuán capaces somos de identificar y aislar a todos los nuevos casos y sus contactos.

Es decir, el confinamiento específico, 'ce'. Uno de los temas que será ahora más relevante si cabe será la gestión de la información, ya que deberá incluir información sobre los contactos y deberá mantenerse en estricta confidencialidad. Ya se ha informado que distintas comunidades autónomas tienen sistemas de información epidemiológica basadas en plataformas informáticas no compatibles entre sí o de muy difícil conexión. Los responsables de la lucha contra el covid-19, a todos los niveles, deberán recoger y analizar toda la nueva información proveniente de los Servicios de Salud Pública de cada comunidad autónoma  que, por cierto, han sufrido un abandono continuado de recursos humanos y materiales. El hecho de que se  tenga que optar por privatizarlos es quizá la prueba más evidente de este abandono.

El confinamiento general de la población, 'cgp', ha sido muy eficaz en cortar de raíz la fase aguda de la epidemia y, gracias a ello, ahora podemos entrar decididamente en el confinamiento especifico, 'ce'. Esperemos que entre todos seamos capaces de hacerlo igual de bien y que sin bajar la guardia podamos prevenir la aparición de nuevos brotes.

*Expresidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).

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