Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Gorgias

Hay quien, como el personajes de los 'Diálogos' de Platón, sin tener la más mínima noción de medicina es capaz de opinar sobre el coronavirus.

zentauroepp52761232 mas periodico leonard200312202832

zentauroepp52761232 mas periodico leonard200312202832 / periodico

Estamos rodeados de personas que saben cosas que nosotros, pobre gente, ignoramos totalmente. Miras un momento internet y te das cuenta del tamaño gigantesco de aquello que desconocemos. Individuos de apariencia normal, con fotografías corrientes en su perfil de Facebook son, en realidad, sabios comparables a los grandes que han existido en la historia.

¿Si no, cómo es posible que sepan todo eso? Dicen, por ejemplo, que no nos están contando todo respecto al coronavirus, que nos ocultan información. Pero ellos, listos como nadie, conocen esa información que se nos oculta. ¿Cómo es posible que lo sepan? Porque son sabios, ya les digo, y poseen una mente de una lucidez extraordinaria.

Se diría que la luz entra directamente en sus cráneos, atravesando el hueso. Son seres prodigiosos, capaces de adivinar las intenciones escondidas de los políticos, que poseen información fundamental y secreta acerca del papel oculto de las empresas farmacéuticas en todo este embrollo del virus.

Los admiro y los envidio. Nosotros, personas corrientes, nos dejamos engañar por los poderosos, pero ellos no. Ellos están hechos de otra pasta. ¡Y hay tantos! Podría pensarse que la genialidad, que el talento, que la inteligencia preclara es, por definición, patrimonio de unos pocos, pero no; impregna todas las redes sociales. Rebosa de un modo que nos acompleja.

En el diálogo 'Gorgias, o de la retórica', uno de los más justamente famosos de PlatónSócrates interroga al que se presenta como rétor, experto en Retórica. Sócrates, que es más listo que el hambre, le marea con preguntas cuya finalidad, claro está, es poner en cuestión la tesis de su interlocutor. En un momento de la charla, Gorgias le aclara al genio que su arte consiste en convencer. «¿Pero incluso aunque no sepas de aquello de lo que pretendes convencer?», le pregunta Sócrates, socarrón. «Sí, así es», le responde sin sentir vergüenza el maestro de la retórica. Y es justo ahí cuando Platón, en boca de Sócrates saca el tema de la medicina: «¿Así que, incluso sabiendo menos de medicina que un médico, podrías convencer a una multitud de que tienes razón?» Y, por supuesto, Gorgias le responde que sí.

Pues ahí lo tienen. Gorgias del mundo, aunque infinitamente menos interesantes que aquel, pueblan las redes sociales, y los autobuses, y las calles. Están en todas partes. Sin tener ni la más mínima noción de medicina, son capaces de convencer a las multitudes con argumentos que, al gran Sócrates, le harían mostrar una sonrisa inteligente y triste.

Porque no, no son más listos que usted, querido lector. Aquellos que usted lee en las redes y le hacen dudar de su propia capacidad intelectual, no son más que Gorgias disminuidos, pequeños Gorgitos sin el menor interés.

Cada vez que usted lea cosas como : «No nos lo están diciendo todo» o «¿Por qué se habla tanto del coronavirus cuando la gente muere más de otras cosas?» o «Detrás de esto están las farmacéuticas» o argumentos similares, imite usted a Sócrates y pregúntele, simplemente: «¿Oye, y tú como diablos lo sabes?». Y descubrirá, entusiasmado, que no tienen ni la más remota idea de nada. Como usted. Y como yo.