El pacto PSOE-ERC

Hacer de la necesidad virtud

El marco de negociación entre gobiernos queda en papel mojado tras la negativa de Torra, lo cual facilita las cosas al PSOE que siempre apostó por una mesa solo de partidos

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Joaquim Coll

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¿Quería Pedro Sánchez gobernar en coalición con Pablo Iglesias y negociar un <strong>acuerdo con ERC</strong>? Evidentemente, no. Hace medio año podría haber sido reelegido presidente cuando Gabriel Rufián le ofreció su abstención gratis, al igual que el PNV le brindó su apoyo. Ambos querían evitar a toda costa una mayoría alternativa con Cs de 180 diputados. Pero Albert Rivera no quiso ni reunirse con el líder socialista y este prefirió volver a las urnas porque creyó que iba a comerse a una parte del electorado naranja. Se equivocó de cabo a rabo. El estrepitoso fracaso de Rivera dejó sin embargo como herencia un fuerte antisanchismo entre sus exvotantes. Esa profunda desconfianza impidió el trasvase de apoyos que Sánchez necesitaba para gobernar en solitario y ahora ha tenido que pactar con quien no quiso antes. ¿Tenía alguna otra alternativa tras el 10-N? El PP no estaba dispuesto a abstenerse teniendo a Vox tan cerca o solo a cambio de que el PSOE propusiera a otro candidato a la investidura. Únicamente si Inés Arrimadas hubiera apostado por el mal menor, al igual que hizo Manuel Valls en Barcelona, y ofrecido sus 10 diputados para que Sánchez no pactara con ERC, el escenario habría dado un vuelco. Pero en Cs siguen sin querer hacer política y acabarán despareciendo dentro del bloque de la derecha. 

Así pues, el PSOE llega al acuerdo con ERC obligado, aunque en política hay que saber hacer de la necesidad virtud. Por ahora lo más relevante es que JxCat no avala ese pacto de sus socios de Govern y que Quim Torra se considera completamente desvinculado en tanto que jefe del Ejecutivo. El independentismo sabe, mucho más que la histriónica derecha española, que los socialistas no van a ofrecer nunca un referéndum de secesión. La enigmática consulta sería sobre lo que se acuerde, si es que las partes contratantes logran pactar algo, pero siempre dentro de la Constitución y tras ser aprobado por las Cortes. Es censurable que los socialistas hayan transigido con la retórica soberanista en el texto de los acuerdos, pero es lo único que podían ceder a los republicanos, como también en el pacto pantagruélico obtenido por el PNV, que es de nuevo el ganador absoluto de las cesiones a los nacionalistas.

El marco de negociación entre gobiernos queda ahora en papel mojado tras la negativa de Torra porque ERC no puede hablar en nombre del Govern, lo cual facilita las cosas al PSOE que siempre apostó por una mesa solo de partidos. Con todo, los socialistas, y muy particularmente el PSC, no pueden olvidarse de representar en la negociación que sea las reivindicaciones de los catalanes constitucionalistas. Cuando Miquel Iceta tuitea “sit and talk o fora de lloc” debería ser también para exigir a los independentistas la neutralidad de las instituciones de la Generalitat, de los medios públicos de comunicación, el respecto a los partidos y entidades constitucionalistas en todos de municipios de Catalunya, la no exclusión del castellano en las escuelas y el fin a las políticas clientelares y de adoctrinamiento. Solo así podrá alcanzarse algún día un nuevo consenso en Catalunya.