ANÁLISIS

Malditos representantes

Arturo Vidal, en el calentamiento antes de un partido

Arturo Vidal, en el calentamiento antes de un partido / periodico

Sonia Gelmà

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El pobre Arturo Vidal estaba pasando unos días en familia cuando le asaltaron los medios de comunicación para informarle que había denunciado al Barça. Tras su sorpresa inicial, lo entendimos: el representante. Resulta que él no sabe nada, le habrá jugado una mala pasada. Porque cuando se trata de temas incómodos, "eso lo lleva mi representante" es el gran refugio de los futbolistas.

Imaginen que en su vida diaria tuvieran una figura tan útil. ¿Cómo? ¿Que el coche está en doble fila? Verá, eso ha tenido que ser mi representante. ¿Que no he pagado el impuesto de la renta? Eso ha tenido que ser otra vez mi representante. Pero qué dice, ¿Que ayer desperté a todo el vecindario porque la música estaba demasiado alta? Ya se lo diré a mi representante, que no son horas.

Arturo Vidal es un futbolista que transmite garra, pasión, sentimiento. De aquellos que consiguen una rápida identificación con los aficionados. Es un perfil de jugador al que se le presupone un mayor compromiso con la entidad. Como si por su forma de jugar debiera ser más fiel, cuando en realidad se dedica al fútbol profesionalmente, y por lo tanto, aspira a ganar dinero como cualquier otro hijo de vecino. Pero sabe que una denuncia a su propio club perjudica esa imagen con la que tiene bula para cometer más errores que otros jugadores quizás con más talento pero más fríos.

Y qué harían ustedes si fueran Arturo Vidal. Seguramente ese representante del que es víctima ya le ha explicado que trabaja para un club donde hace tres años hubo un brasileño que se fugó casi a la carrera y diciendo que el presidente era una broma. Y ese mismo presidente le intentó fichar de nuevo este verano pasado.

En realidad, el representante del chileno es un aprendiz al lado del de Neymar, otro pobre inocente que solo quiere jugar a fútbol. Recordarán que hace unas semanas supimos que Neymar había vuelto a demandar al Barça. Su padre estuvo rápido: no le constaba. Si acaso debía ser cosa de los representantes y los abogados —otra figura muy útil—, pero que pertenecía al lío de la salida. Y que sí, que eso no es ningún impedimento para que pueda fichar por el Barça de nuevo el próximo verano. Y a él, que lo registren.

Y mientras tanto, desde el club azulgrana no paran de poner una mejilla tras otra. Porque es legítimo que los conflictos se solucionen en los juzgados y a quién no le han hecho alguna trastada. O sea que si Neymar quiere volver, y ya saben, "los técnicos lo piden", pues se tendrá que volver a intentar. Y no levanten la voz, que alguien se puede molestar. Y aquello del orgullo, pues para otro día. Si consideran que estas líneas son demasiado duras, recuerden: no he sido yo. Malditos representantes.