análisis
Marc Márquez y la mesa de Leo Messi
¿Quién decide, de forma virtual, que puede ser uno de los comensales de esa mesa? Ni Messi ni Nadal, desde luego
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Emilio Pérez de Rozas
Cuando le preguntaron a Marc Márquez -que coincidirán conmigo es uno de los mejores deportistas del mundo, capaz de convertirse en el campeón más joven de la historia de MotoGP en su año de debut en la máxima categoría (2013), acumular 81 victorias y ocho títulos mundiales, a los 26 años, es decir, con 14 años menos que el icono actual del motociclismo, el italiano Valentino Rossi) cómo hacía para ser tan competitivo, para no cansarse de ganar y, sobre todo, para afrontar las dificultades que le presentan, en cada entrenamiento y carrera, sus rivales, que son muchos y campeones.
La respuesta fue: “Yo tengo como referencia, como modelos a seguir, como deportistas a admirar e imitar, a Leo Messi y Rafa Nadal. Yo, cuando veo jugar a Messi y Nadal, no importa la competición, no importa el escenario, no importa la categoría del premio o la trascendencia de la victoria, observo que ellos, no solo se emplean siempre a tope, dando el cien por cien en cada jugada y en cada punto, sino que se reiventan continuamente, es decir, que tratan de mejorar respecto al partido anterior. Ellos son mejores cada día, se entrenan para hacer cosas diferentes, para sorprender al rival y agradar al público. Y, en ese sentido, trato de hacer lo mismo, porque es mi pasión y, sobre todo, porque es mi obligación, se lo debo a los aficionados”.
En un contenedor de Australia
El jueves, en un pequeño container convertido en improvisada oficina del octocampeón del mundo, en medio del salvaje y ajardinado circuito de Phillip Island, en Australia, escenario de otro gran premio (el 11º de la temporada) donde acabaría ganando el muchacho de Cervera (Lleida) mientras un soberbio Maverick Viñales se estrellaba persiguiendo en la última curva a Márquez, sin saberlo el campeón, le pregunté a Márquez por qué hablaba con tanta reverencia de Messi y Nadal cuando muchos opinamos que por juventud, personalidad, impacto en su deporte (los 2.000 habitantes del ‘paddock’ afirman no haber visto un piloto como Marc, nunca, que ha cambiado el estilo de pilotaje estos monstruos de 260 caballos y 350 kms/h.), victorias, gestas y títulos estaba perfectamente dotado para sentarse en su mesa.
Márquez dijo que ¡ni hablar! “Puede que cuando me retire y la gente vea mis números, mis victorias, mis títulos, decida que me puedo sentar en esa mesa. Ni me veo ahí ni aún lo merezco. Además, no quiero que saberte tan bueno como ellos, me cambie la mentalidad”.
Se ha hablado mucho, demasiado, de si tal o cual futbolista (por ejemplo, el gran Griezmann) puede sentarse en la mesa de Messi… y Cristiano Ronaldo. Yo creo que es una manera de hablar muy mediatizada por el marketing, la imagen, las redes sociales y los intereses económicos, nada que ver con los méritos deportivos. ¿Quién decide, de forma virtual, que puede ser uno de los comensales de esa mesa? Ni Messi ni Nadal, desde luego.
Otras leyendas
Porque ahí está el maratoniano keniata Eliud Kipchoge; el pletórico (de nuevo, ¡qué bien!) Tiger Woods; Kawhi Leonard, estrella de Los Ángeles Clipers; Lewis Hamilton, camino de su sexto título… y tantos deportistas que se merecen, tal vez, o su propia mesa para escoger comensales o, simplemente, formar parte de ese elenco de históricos y míticos astros que, como acaba de reconocer el mítico Giacomo Agostini, aparecen “muy de vez en cuando” y, cuando surgen, “es un placer que alguien como Marc Márquez, tan espectacular de ver y digno de admirar, acabe con tus récords, aunque sean tus 122 victorias y 15 títulos, aún lejanos, sí, pero muy tentadores para alguien que no cesa de acumular victorias, pese a que no las necesite para ser campeón”.
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