ANÁLISIS

Abiy Ahmed: Enhorabuena Etiopía

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, en una imagen de archivo.

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, en una imagen de archivo. / periodico

José Segura Clavell

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El Comité Noruego del Nobel decidió ayer otorgar el Nobel de la Paz al primer ministro etíope, Abiy Ahmed, un joven líder de 43 años que apenas lleva un año en el cargo y que ya ha mostrado intención de conducir a su país por una nueva vía en economía, política, el ámbito social o la seguridad. Ahmed sucede al cirujano congoleño Denis Mukwege el próximo 10 de diciembre en Oslo, dando continuidad a un listado breve pero consistente de personalidades africanas que trabajan por sus pueblos y la mejora del mundo.

Este honor puede parecer un tanto precipitado. Ahmed llegó al poder en abril del año pasado y se enfrenta todavía a un camino sinuoso, lleno de trampas y herencias del pasado y nunca fácil. Sin embargo, consideramos que la noticia del Nobel para este país y este estadista es una excelente noticia porque muestra el respaldo de la comunidad internacional a una forma diferente de hacer las cosas y valora pasos de gigante que necesitan una continuidad, más apuestas arriesgadas en el futuro y nuestro aliento.

El conflicto con Eritrea

Hay que felicitar a Abiy Ahmed por lograr poner fin al conflicto que parecía eterno entre su país y la vecina Eritrea, tras una visita histórica a Asmara, la capital eritrea, que culminó con la apertura de la frontera entre ambos países, la normalización de sus relaciones y las bases de un acuerdo de paz y cooperación que, sin duda, mejorara las vidas de sus pueblos y de la región. También hay que felicitarle por su predisposición a trabajar en la paz social y la inclusividad política de los etíopes y por marcarse el objetivo de reducir la brecha creciente entre pobres y ricos en un país que despega económicamente durante los últimos años pero que sigue siendo muy desigual.

Hay que felicitarle, igualmente, por su entusiasmo a la hora de respaldar los procesos del multilateralismo y la cooperación regional en el continente, palpables en su posición frente a la Unión Africana, radicada en la capital etíope, Adís Abeba, y en su proactividad en el marco de la zona de libre comercio africana o el proceso de paz en Sudán. Por si todo esto fuera poco, hay que felicitarle por la paridad de su gobierno, con la mitad de las carteras ocupadas por mujeres y los nombramientos como presidenta del país de Sahlework Zewdwe y como presidenta del Tribunal Supremo de la abogada feminista Meaza Ashenafi.

Hoy, Etiopía abandera una nueva África en profunda transformación, que se deshace de los estereotipos y corsés que se le han impuesto durante años y que no quiere ser siempre protagonista de titulares en negativo. Ahmed rima con industrialización, innovación, mejora del clima de negocios y una forma de hacer las cosas valiente, consensuada y con el ciudadano en el centro. No podemos más que congratularnos por este reconocimiento y animarle, animar a Etiopía y animar a nuestros vecinos africanos a seguir esa senda hacia la prosperidad, la cooperación, la paz y la democracia, que esperamos que Ahmed continúe explorando en el futuro.

*Director general de Casa África.