Pequeño observatorio

Un abrazo, y que todo os vaya bien

Comida de encuentro semanal, ayer, en el restaurante Lázaro de Barcelona.

Comida de encuentro semanal, ayer, en el restaurante Lázaro de Barcelona.

Josep Maria Espinàs

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He tenido un gran disgusto: ha cerrado el restaurante Lázaro.

Era un restaurante de absoluta exigencia y amable presentación. De calidad consolidada a lo largo del tiempo.

Un modelo de la llamada 'buena cocina', es decir,  la de la calidad franca y exigente.

Lázaro murió demasiado pronto, pero las chicas superieron tirar adelante con un rigor magnífico.

Las armas del éxito son el ejercicio de la voluntad y el talento. Pero Fina y Carme han llevado al restaurante Lázaro a un reconocido nivel. Yo diría: modestia de formas y exigencia de nivel.

Ahora llega la triste noticia: el Lázaro ha cerrado. Me duele muchísimo, como a todos los clientes, estoy seguro de ello. Porque el Lázaro no era un restaurante de esos en los que los clientes solo dicen "quiero esto" y "cuánto es"...

El Lázaro había creado un discrito ámbito de confianzas. Cuando Lázaro, el fundador del restaurante, murió, todos los suyos sabían qué tenían que hacer. Continuar, y continuar bien.

Me pregunto, ahora, si la imposición de nuevos negocios creará un clima que no tendrá nada que ver con los que hemos conocido. Es natural que los espacios quieran conocer un día u otro sus nuevos destinos.

¿Nuevos espacios, nuevos trabajos, nuevos clientes?

Yo ya echo en falta los saludos de los amigos cuando nos veíamos en el restaurante Lázaro. No se trata de mitificar. Mientras nosotros vivimos, los años van pasando. 

Pero no pasan de la misma manera y yo reivindico el derecho a la añoranza, aunque sepa que un día desaparecerá. 

La vida es muy extraña. Es capaz de escribir páginas muy hermosas, y de repente las quiere borrar.

Un triste abrazo a todos los lazarófilos.