ANÁLISIS
Aragonès y las cortinas de humo
Esperamos que el vicepresident del Govern sea capaz de afrontar sus propias competencias con éxito antes de embarcarse en iniciativas más ambiciosas
Raúl Moreno y Pol Gibert
Diputados del grupo parlamentario Socialistes-Units per Avançar en el Parlament de Catalunya
Pol Gibert y Raúl Moreno
Tal como recoge el bagaje histórico de la izquierda, uno de los objetivos de las políticas progresistas es procurar una garantía de vida digna a la ciudadanía, que permita desarrollarse como persona a lo largo de la vida.
Socialmente, se percibe el salario como esta "garantía". En teoría, las personas que disponen de un trabajo remunerado deberían poder permitirse vivir dignamente, haciendo del salario el centro de su renta. Desgraciadamente, hoy en día sabemos que disponer de un trabajo no implica, necesariamente, un salario suficiente para conseguirlo.
Fruto de esta situación, en los últimos años vivimos un debate sobre cómo se articularán las rentas, y si es necesario repensar el modelo en que el salario es el epicentro.
En este debate, ERC hizo de la Renta Garantizada de Ciudadanía el centro de su última propuesta electoral, aunque originariamente nace de una Iniciativa Legislativa Popular y que su aplicación ha sido, en la práctica, una ligera revisión de la Renta Mínima de Inserción ya existente, con pocas mejoras, muchos dolores de cabeza y falta de transparencia del Gobierno en su ejecución. Con una gestión externalizada, eso sí.
Pero cuando esta importante medida de garantía de renta se encuentra en una situación de callejón sin salida, el vicepresident Aragonès (que no el conseller de Treball) propone la creación de un salario mínimo de referencia en Catalunya. Una medida sobre la que no tiene competencias para obligar a las empresas a su cumplimiento, y que ya ha recibido críticas de los sindicatos por inconcreta.
Con esta nueva propuesta, Aragonès quiere centrifugar las responsabilidades de su Govern ante la lucha contra la pobreza, traspasando el éxito o el fracaso de esta iniciativa a los agentes sociales, mientras se esfuerza en tapar las deficiencias de su propia gestión con la Renta Garantizada.
La clave para la erradicación de la pobreza es la reducción de las desigualdades sociales que vivimos, protegiendo especialmente a los que no tienen salario porque no tienen acceso a un empleo. El Gobierno tiene amplias competencias en la promoción del desarrollo económico y el empleo a través del Servei d'Ocupació de Catalunya, pero no hemos visto un Govern ejemplar ni como gestor de políticas públicas, ni como ente contratante que es. Basta hablar con los sindicatos de los trabajadores y trabajadoras públicos para comprobarlo.
Catalunya tiene que mirar hacia Europa, y no esperar eternamente a que Europa nos mire. Tenemos que trabajar para establecer un salario mínimo europeo y construir un modelo de competitividad europea que garantice los derechos laborales. La aprobación del Pilar Social Europeo es un paso en esta dirección. Sin embargo, la propuesta de Ingreso Mínimo Vital en el conjunto de España es ya más atractiva que la Renta Garantizada, teniendo en cuenta su nefasto despliegue.
Mientras tanto, esperamos que el vicepresident del Govern sea capaz de afrontar sus propias competencias con éxito antes de embarcarse en iniciativas más ambiciosas. Catalunya y su gente necesitan un Govern que asuma sus responsabilidades. No nos distraigan con más cortinas de humo.
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