LA CLAVE
Era posindustrial
La transformación digital significa en la práctica la transformación postindustrial
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Daniel Bell dividió la historia económica mundial en tres grandes periodos: preindustrial, industrial y posindustrial. En el primero, la riqueza se genera a partir de los recursos naturales (materias primas, energía, turismo, etc.); en el segundo, el valor nace de la manufactura (textil, automóvil, maquinaria, muebles, construcción, etc.); y en el tercero, surge de la información y del conocimiento. A mediados de loa años 70 del siglo pasado, Bell propuso superar la era industrial por dos motivos: la escasez de fuentes energéticas con las que la industria manufactura y la imposibilidad de conjugar el crecimiento económico industrial en todo el planeta con la conservación del medio ambiente.
Al sociólogo norteamericano se le hizo un caso relativo. Pero diría que vivimos al borde la inflexión. La cruzada contra los plásticos innecesarios está ganando la centralidad social, el vehículo eléctrico está pasando a ser el estándard de los fabricantes y en Alemania, los Verdes se atisban como alternativa a la languideciente gran coalición, una dinámica que puede llevar al gobierno de Europa a una nueva alianza entre la socialdemocracia, los liberales y los ecologistas sensatos.
La era posindustrial tiene muchos de los elementos de lo que también hemos llamada la sociedad de la información y del conocimiento que se asienta sobre la tecnología digital. A menudo, cuando hablamos de transformación digital, en realidad estamos hablando de "transformación posindustrial". Quiere ello decir que las empresas han de buscar el valor añadido no en su capacidad de producir masivamente sino de hacerlo inteligentemente, es decir, de manera adecuada a la información y al conocimiento que acumulan de sus clientes y ajustando la energía y las materias utilizadas para ser eficientes ambientalmente, que cada día equivale más a serlo económicamente, especialmente si introducimos el vector de la rentabilidad social. España debería poner esta dimensión en la agenda política y social porque no se trata de propaganda progresista como dice Vox sino de la próxima agenda europea.
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