IDEAS

El síndrome de Kótov

El actor Jordi Bosch y el director Iván Morales, en el Teatre Romea donde representan 'Partida d'escacs'.

El actor Jordi Bosch y el director Iván Morales, en el Teatre Romea donde representan 'Partida d'escacs'. / periodico

Ricard Ruiz Garzón

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En su libro 'Piensa como un Gran Maestro', el ajedrecista soviético Alexander Kótov puso nombre en 1971 al trastorno que afecta a un jugador cuando medita en exceso una posición complicada y por ello mismo acaba jugando mal. Parte del desde entonces llamado Síndrome de Kótov renace estos días en el Teatre Romea, donde Jordi Bosch encarna con tremenda soltura a los distintos personajes de 'La partida d’escacs', adaptación de la extraordinaria 'Novela de ajedrez' de Stefan Zweig (Acantilado / Quaderns Crema) que ha dirigido para la ocasión Iván Morales.

La representación de 'La partida d'escacs' en el Romea llega con novedades sobre ajedrez y literatura

La representación de Bosch, elegante y efectiva, ha vuelto a subrayar en librerías el clásico de Zweig, aunque una vez más, y ya es habitual, acompañado de distintas novedades sobre ajedrez y literatura. Así, junto a la obsesiva historia del campeón Mirko Czentovič y el torturado Señor B. destaca por ejemplo el nuevo 'thriller' de Luis Manuel Ruiz, 'Corazón de marfil' (Ediciones B), también con un campeón mundial frente a un hombre anodino aunque en este caso con creativas derivadas futuristas. No anda lejos en cuanto a planteamiento 'El peón envenenado' (Maeva), del químico y jugador Ricardo Alía, aunque en su caso con trasfondo vasco y asesino en serie.

Que misterio y ajedrez encajan bien, además, lo prueba uno de los 'best-sellers' de la temporada, la 'Reina roja' de Juan Gómez-Jurado, cuyo carrolliano título juega enseguida fuera de los escaques pese a dedicarles una soberbia escena con sacrificios de alfiles. La lista es ampliable si contamos los guiños, como el de ese activista Jugador de Ajedrez que Javier Pérez-Andujar ha incluido en su brillante 'La noche fenomenal', pero si no siempre es posible acudir a los clásicos. Y no por los obvios, como el rey Nabokov, la dama Alicia, el alfil Arrabal, el caballo Pérez-Reverte o los peones de Katherine Neville (la torre, para Zweig), sino por muchos otros, de Poe a Verne, de Borges a Cortázar y de Orwell a Calvino, que solo los más avisados sitúan en la casilla correcta. Claro que, por ese camino, llegaríamos también a E. R. Borroughs y su ajedrez extraterrestre, y para marcianadas ya tenemos la campaña electoral. Por cierto, pensando en el domingo: vigilen con el Síndrome de Kótov, que la metáfora es fácil de extrapolar.